31 de diciembre. Jornada de la Sagrada Familia. «Es fácil mantener la alegría cuando está Dios por medio»

Publicado el 29/12/2023
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31 de diciembre. Jornada de la Sagrada Familia. «Es fácil mantener la alegría cuando está Dios por medio»

Este domingo, 31 de de diciembre, la Iglesia celebra la Jornada de la Sagrada Familia, en esta ocasión con el lema «La familia, portadora de la Buena Noticia». Con este motivo, hemos querido contar con el testimonio de la familia Ibisate-Corzo, padres de dos hijos. Los cuatro miembros de la familia son catequistas y la madre, además, voluntaria en Pastoral Penitenciaria. Con ellos repasamos algunos de los puntos del mensaje que ha publicado, con este motivo, la Conferencia Episcopal Española.

En el mensaje de este año, se afirma que «las familias cristianas encuentran, en la Sagrada Familia, el ejemplo a seguir, así como un sólido punto de referencia y una firme inspiración». ¿Qué os dice esta frase a vosotros, de qué manera creéis que la Sagrada Familia puede ser una inspiración en vuestro día a día?
Javier: Yo, como marido, debería inspirarme un poco en San José y en su papel dentro de la Sagrada Familia, pero dado los años que han pasado, desde que la época en que vivió la Sagrada Familia, yo creo que ahora todos tenemos un poco de San José y un poco de la Virgen María. Porque ya no nos identificamos tanto con un padre «distante» que solo tiene el papel de «proveedor», mientras que es la Virgen quien cuida al Niño, sino que la mayoría de los padres de hoy en día nos involucramos en la educación y en otros detalles, no sólo en el sostenimiento material de los hijos.

Verónica: Yo lo que veo es que mi familia es una familia normal. Si me paro a pensar en qué se podría parecer mi familia a la Sagrada Familia, casi me da hasta vergüenza, porque diría que «en nada». Mi casa es una casa normal, donde los dos trabajamos, los niños estudian, hay cosas sin recoger, hay discusiones, hay alegrías, hay celebraciones… En definitiva, hay de todo. Sin embargo, está claro que es el modelo que deberíamos de tener. Aunque de entrada parezca lejano, ¿cómo no va a ser la Virgen María modelo de madre, de mujer, de todo?

En el mensaje de los obispos se hace también hincapié en «la alegría cristiana», y ellos dicen que «es importante mantenerla, frente a este mundo individualista». Pero claro no siempre es fácil. Con tantas preocupaciones como uno tiene, ¿Creéis que es fácil?
Verónica: Yo diría que es fácil. Porque yo siempre he dicho que las cosas de Dios, las cosas que hacemos en la parroquia o todo lo que tenga a Dios por medio a mí me proporciona una alegría que no voy a decir que sea mejor, sino que es diferente. Con todos mis respetos, porque no quisiera ofender a nadie, pero a lo mejor un alpinista llega a la cima y dice «esto no se puede comparar a nada». Pues yo creo algo así: Con las cosas de Dios siento y reconozco una alegría diferente, pero incluso físicamente. Muchas veces incluso digo, en plan de broma, «esto que hago no me computa en el cielo porque soy tremendamente feliz haciéndolo». Y es que soy tremendamente feliz en la parroquia con los niños, tremendamente feliz con el voluntariado en la prisión. Me resulta complicado no sentir esa felicidad. Y creo que a mucha gente le sucede lo mismo. Cuando te juntas con alguien que está como tú, que es otra parroquia, hay algo que te une. No conoces a esa persona, pero hay algo que te une a ella. Y yo creo que es esa alegría. No es una cosa que tenga que esforzar, es que me sale.

Verónica Corzo y Javier Ibisate

Se dedica también un apartado especial a hablar del cuidado en la familia. Llega un momento en que tus mayores son «muy mayores» y tienes que cuidarles, al igual que tienes que seguir cuidando a tus hijos. No es nada fácil llegar a todo. ¿Cómo veis esa etapa?
Javier: Bueno, en nuestro caso hemos tenido un poco de suerte porque nuestros hijos ya son mayores, tienen 18 y 20 años y ya son bastante autónomos y han sido educados en que crezcan en autonomía con los años. Entonces, ahora que nos ha tocado desde hace dos años el cuidado de mi abuela en este caso y de mi madre, que ha fallecido recientemente, pues… Sí que es verdad que nos ha parado un poquitín la vida, porque te para la vida, porque el cuidado lleva su tiempo, pero lo hemos hecho por amor y porque es que es lo debemos. Cuando yo limpio a mi abuela, que voy todos los días por la tarde y por la noche, de lunes a domingo, digo, «no hago menos de lo que hiciste por mí, Maruja». Y es que le estoy devolviendo la vida que ella entregó por mí, y lo haré durante dos, tres años, los años que Dios le dé.
Verónica: Javi nos enseñó a amar a esa abuela –porque no es mi abuela–, pero él nos enseñó ese amor que él tiene por su abuela, que es además muy especial. Nos lo enseñó a mí y se lo enseñó a mis hijos. Cuando eso lo incorporas a tu vida, también fluye con normalidad, y yo creo que tampoco hacemos nada extraordinario. Ella es una mujer muy mayorcita que ahora nos necesita y ahí estamos. En su momento, cuando la necesitamos a ella, también estuvo. Entonces, creo que es lo que hay que hacer. Algo que surge de manera natural, que es como surge cuando las cosas se hacen con amor. ¿Que te quita tiempo? Pues sí, pero es que vivimos en un mundo que va muy rápido. Pero tú encajas el puzzle y sale siempre.

Vosotros, además sois personas comprometidas con vuestra parroquia como catequistas. Verónica, tú además eres voluntaria en Pastoral Penitenciaria. Y vuestros hijos están siguiendo vuestros pasos ¿verdad? ¿Cómo ha ido surgiendo este compromiso y cómo lo integráis también en vuestra familia?
Verónica: Pues es que hemos crecido así. Yo tenía 16 años cuando empecé como catequista. Don Álvaro, el párroco en aquel entonces, me puso con un chico para que aprendiera, y resulta que era Javier, el que hoy es mi marido. Yo tenía como digo 16, y ahora voy a hacer 50… Ha sido toda la vida. Y Javier, igual. Tuvimos la suerte de enamorarnos allí, de casarnos y los niños pues es que los hemos educado en eso, ellos han crecido en este entorno.

¿Y cómo surgió el hecho de que ellos también se animaran a ser catequistas?
Verónia: Nunca les hemos preguntado, la verdad. No es que hayamos tomado la decisión por ellos, en absoluto, pero pero sí que les hubiéramos exigido hacer algo por los demás. Pero claro, en casa se ha vivido la catequesis desde siempre, porque es donde más estamos involucrados. Y ellos, cuando se confirmaron, pues al igual que nosotros, empezaron a ayudar, y ahora ya llevan cuatro años. Y ahí siguen. Y nosotros contentísimos y súper orgullosos, desde luego.

 

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