La parroquia de San Esteban de Tapia de Casariego se encuentra estos días celebrando el 80 aniversario de la bendición e inauguración de la imagen del Sagrado Corazón que corona su campanario, conocido cariñosamente como el “Santón”, y que fue impulsado por el entonces párroco, D. Bonifacio Amago.
Con este motivo, han ideado una actividad para este verano, con el objetivo de acercar un poco más la parroquia y su historia a la gente, dar a conocer la devoción al Sagrado Corazón y compartir con vecinos y visitantes las impresionantes vistas de la zona que se tienen desde lo alto.
Su actual párroco, Jorge Luis Fernández Cuesta, explica que “era un momento muy bueno para abrir las visitas al campanario, también al “Santón”, pero eso más limitado, porque el acceso no es tan fácil y no es para todo el mundo. Al campanario sí, porque hay buen acceso y buena escalera, y las vistas son preciosas”. A lo largo de la visita, que siempre es guiada, se explica “la historia de la Iglesia, la torre, cómo se construyó y cómo surgió la idea de D. Bonifacio de poner el “Santón” allá arriba, para que abrazase y mirase a toda Tapia. También comentamos y explicamos la devoción al Sagrado Corazón y finalmente la parte paisajística, porque las vistas desde allí arriba son incomparables, sobre todo en los atardeceres de verano”, afirma el párroco.
La iglesia parroquial comenzó a construirse a finales del siglo XIX, de hecho la primera piedra está fechada el 19 de septiembre de 1896. En medio de unos años complicados para España, la construcción fue lenta, pero en 1936 se había terminado de construir la iglesia y la torre. “Estaba previsto rematarla con un pináculo, siguiendo el estilo neogótico de todo el templo, pero a don Bonifacio le pareció que quizá esa no era la solución arquitectónica ideal, y fue cuando surgió la idea del Sagrado Corazón”, explica el párroco, Fernández Cuesta.
Tras varias incursiones en diferentes empresas, finalmente se decidió trabajar con el arte cristiano de Olot, y en el año 1940 la imagen del Sagrado Corazón llegaba a Tapia.
“Al principio estaba en pruebas –recuerda el párroco–, porque el cemento tiene que asentar, pueden salir grietas, y don Bonifacio quería saber que las cosas iban a quedar bien, que no le hubieran mandado una imagen defectuosa o que se pudiera romper. Finalmente se comprobó que todo era correcto y en mayo de 1941 se hizo el último pago. Costó 6.100 pesetas, de aquella, que sufragó en parte el propio párroco, y también otra parte por suscripción popular. En la fiesta del Sagrado Corazón de 1941, que fue el 25 de junio, se bendijo y se dio por incorporada al templo oficialmente”.
