150 años atendiendo a los ancianos más vulnerables

Publicado el 03/02/2023
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150 años atendiendo a los ancianos más vulnerables

Hace ahora 150 años se fundaba en Barbastro la que hoy es la congregación religiosa de derecho pontificio Hermanitas de los Ancianos Desamparados, fundada por el sacerdote vererable Saturnino López Novoa y Santa Teresa Jornet. Tal y como la propia institución describe, su fin primordial es el “ejercicio constante de la virtud de la caridad cristiana en los ancianos más vulnerables, acogiéndolos en un ambiente de familia y atendiendo todas sus necesidades: materiales, de afecto y espirituales. Queremos, en el día a día, hacer vida la consigna que nos dejó santa Teresa Jornet “Cuidar los cuerpos para salvar las almas”.

Así lo asegura Sor Soledad Moreno, superiora de la comunidad del asilo de Pola de Siero. Allí se celebró, el pasado viernes, el comienzo de este año de celebraciones por el siglo y medio de vida de la congregación, con “un tono especial religioso, como son nuestras celebraciones siempre”, señala Sor Soledad. “La eucaristía fue muy especial y la mesa –el encuentro festivo posterior– también. Fue un día de fiesta, de acción de gracias, y eso es lo que se percibía en el ambiente”.

A diferencia de otras instituciones religiosas fundadas también en el pasado siglo con un carisma de atención a las personas más necesitadas, la actividad de las Hermanitas no se ha diversificado. La atención a los ancianos ha sido siempre su centro, y sigue siéndolo, “porque los ancianos nunca faltan”, reconoce Sor Soledad. “Siempre hay variaciones, porque el siglo XXI no es lo mismo que en el XIX, la pobreza es diferente. Ahora igualmente hay pobreza material, pero también mucha espiritual. Ha habido muchos cambios en las familias, en el entorno social, la gente se tiene que ir lejos a trabajar, y al final, los que siempre se quedan solos son los ancianos”, explica la superiora de Pola de Siero.

“La incorporación de la mujer al mundo del trabajo ha hecho que cambie el escenario de siempre. No necesariamente ha tenido que desaparecer el entorno familiar del anciano, pero si todos tienen que trabajar fuera, no pueden cuidarles, no es que no quieran. Al mismo tiempo también vemos el efecto de la desestructuración de las familias, que afecta también a los más mayores, que se acaban quedando siempre solos –explica Sor Soledad–. Acuden a nosotros muchas veces por falta de medios económicos, pero también tenemos personas sin papeles y desatendidas del cuidado humano”.

Las Hermanitas de los Pobres llegaron a Asturias poco después de la fundación de Barbastro. Hoy se mantienen cinco casas: Oviedo, Gijón, Avilés, Pola de Siero y Cangas del Narcea. Concretamente en Pola de Siero se instalaron en febrero de 1886, y tal y como recogen las crónicas, fueron “muy bien recibidas por don Florencio Rodríguez –afirma Sor Soledad–. Todo estaba preparado para cuando llegaron las hermanas con sus primeros ancianos: las instalaciones estaban bien acondicionadas para lo que era la época, la alimentación preparada para poder atender desde el primer minuto a los residentes, y ha seguido igual”. Desde entonces, y hace ya más de 130 años, “siempre nos hemos sentido muy queridas por los asturianos, que han colaborado siempre con nosotras”. Así lo reconoce también Sor Esmeralda Bañuelos, natural de Burgos y que lleva más de veinte años en el asilo de la Pola. “Hemos cogido a mucha gente del pueblo a lo largo de los años, que se siente muy a gusto porque para ellos es como una segunda casa”, afirma.

Tantos años en la diócesis ha traído como resultado varias vocaciones asturianas. A pesar de que se lamentan de que no muchas jóvenes se acercan a conocer y probar la vida religiosa en su congregación. Pero esto no es óbice para que la congregación no siga creciendo. Hoy las Hermanitas de los Ancianos Desamparados cuentan con cerca de 200 casas en 19 países. Las últimas fundaciones fueron en países como Mozambique, Filipinas o Guatemala. “Parece contradictorio que, teniendo pocas vocaciones, sigamos fundando casas”, señala Sor Soledad. Pero “es el celo de querer ayudar a los demás lo que nos mueve”.

Por delante tienen un año de celebraciones donde irán organizando diversas actividades para recordar estos 150 años de historia de la congregación, “siempre con un ambiente festivo –subraya la superiora de la comunidad de Pola de Siero– pero también que nos sirva para reflexionar cómo podemos mejorar esta atención a nuestros mayores en la actualidad. Siempre hemos procurado que nuestros cuidados fueran lo más cercanos posible y crear con los ancianos un ambiente de familia, pero al mismo tiempo, tenemos que seguir mejorando y avanzando”.

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