«La Iglesia hace mucho bien en África»

Publicado el 15/02/2018
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«La Iglesia hace mucho bien en África»

Entrevista a Gaëtan Kabasha. Sacerdote ruandés en la República Centroafricana

Este sacerdote natural de Ruanda, estudiaba en el Seminario cuando tuvo lugar el tristemente conocido genocidio, que le obligó a huir a la República Centroafricana. Allí fue acogido por el Obispo Mons. Juan José Aguirre, quien logró que viniera a España a completar su formación. Actualmente vive en Madrid, donde realiza su tesis doctoral, y es capellán en un hospital.

¿Podría explicarnos cuál es la situación de República Centroafricana actualmente?

Un setenta por ciento del país está controlado por los grupos armados, los dos principales, son los anti-balaka y los seleka, estos últimos con diferentes grupúsculos, cada uno con su superior de guerra, de tal manera que el conjunto de los grupos puede llegar a veinte. El gobierno controla la capital y muy pocas cosas más. Hay miles y miles de personas que están desplazadas, que ya no viven en sus casas ni en sus pueblos, y otras personas que han cruzado las fronteras y están en el Congo, Chad o Camerún. Las carreteras están repletas de barreras de grupos armados y cualquier que quiera pasarla tiene que pagar, lo que hace que haya una inseguridad generalizada. Se vive con miedo.

¿Cuál es la misión de la Iglesia en la zona?

Hace una labor muy, muy grande intentado recomponer lo que está roto con comités de mediación, pero también acogiendo a quienes son perseguidos. Es lo que ocurre en la diócesis de Bangassou en la que se ha hecho una labor muy valiente de acoger a miles de musulmanes en la catedral y en el seminario menor. Allí los anti-balaka controlan la ciudad y ven a la Iglesia como colaboradores de los musulmanes y al mismo tiempo dentro de estos hay algunos delincuentes armados que amenazan a los sacerdotes y al obispo diciendo que la Iglesia está de parte de los anti-balaka. Por eso nadie se siente seguro y los sacerdotes que dan de comer a los musulmanes tienen miedo de que les ataquen. Esto hace que la Iglesia se encuentre entre la espada y la pared. Al mismo tiempo la Iglesia intenta ser una voz a nivel mundial que explique lo que ocurre en el país, encontrándose con los responsables de la ONU, con diferentes organismos para que el conflicto se conozca y se busquen soluciones. Es un drama que esta situación se olvide por completo y que no se hable del sufrimiento de miles de personas.

¿Cómo se logra que la ayuda llegue realmente a quienes lo necesitan?

Ayuda a la Iglesia Necesitada, Manos Unidas o Cáritas funcionan muy bien y hacen una gran labor. En países pobres, como este, es la Iglesia la que tiene una red de hospitales, de escuelas, de actividades con los huérfanos, los pobres, los que están olvidados. Es el único organismo que está en todos los rincones y así el dinero del que se dispone se invierte completamente sobre el terreno y hace mucho bien. No se necesita pasar por una gran administración o tener una estructura que consuma mucho, sino que sus fondos llegan directamente al misionero, al sacerdote, a la iglesia que ya está en el territorio, que vive allí y conoce a la gente de la zona, su mentalidad. Los misioneros europeos llevan en la zona mucho tiempo, quince o veinte años, y saben lo que es necesario para la comunidad. También hay sacerdotes y religiosos locales que saben lo que hay que hacer.

¿Cómo se logra hablar de Dios en esas circunstancias?

Allí se tiene mucho más presente a Dios que aquí y ningún africano reniega de Él a causa de las desgracias o la violencia, al contrario cuando ocurren la gente entiende que tienen que acudir a Dios porque es el apoyo que nunca defrauda, que siempre está al lado del pobre y del que sufre. Yo siempre digo que mi fe creció durante los momentos de incertidumbre, cuando ya mis fuerzas no podían nada,  mi fe aumentó porque confiaba en Dios y siempre aparecía una respuesta, casi un milagro. En los momentos de pobreza Dios se hace más presente, hay que confiar.

¿Qué necesita África para poder prosperar?

Son situaciones complejas y no se puede considerar a todos los países de la misma manera. Los hay más estables, algunos a medio camino y otros azotados por los conflictos, dictadura y violencia que hace que el país no crezca. De manera global África es un continente de futuro. Tiene a su juventud muy viva, con mucha energía, recursos naturales y mira la vida con positividad. Hay que organizar más y cortar de raíz el expolio que sufre, pero yo tengo mucha esperanza y esta pasa por invertir mucho en educación. En ese sentido he fundado la Asociación Universidad para el Desarrollo (www.audesarrollo.es) para promocionar la educación universitaria en África, aunque he empezado por Ruanda. Se necesita formar a mucha gente a un nivel muy alto para saber cómo funciona el mundo y enfrentarse a los desafíos de la globalización. Los jóvenes que se echan a la calle con las armas, que luego hacen barbaridades, su gran problema es que no están educados. No tienen otra alternativa para vivir, ni trabajo ni futuro, entonces aparece alguien que les da un arma y esta se convierte en su medio de vida: puedes amenazar a cualquiera y tener su dinero. Cuando logremos acceso a la educación, esta situación se irá reduciendo.

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