«Hoy la pasión del Señor tiene otros viacrucis»

Publicado el 11/04/2022
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«Hoy la pasión del Señor tiene otros viacrucis»

El Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz bendecía este domingo a las once y media de la mañana los ramos en la iglesia de San Tirso de Oviedo, desde donde partió en procesión hasta la Catedral, donde tuvo lugar la eucaristía del Domingo de Ramos, acompañado por el Vicario General de la diócesis, Jorge Juan Fernández Sangrador y el Deán de la Catedral, Benito Gallego.

En su homilía, D. Jesús comenzó recordando que la noticia estos días parece centrarse en «que se vuelven a normalizar los actos y los gestos de unas fiestas que esta malhadada peste pandémica nos había secuestrado». No solo eso, sino que «tantas cosas importantes de nuestra vida se han puesto en paréntesis por prudencia sanitaria o por cálculos políticos –dijo–, que de todo ha habido». El hecho es que «no pocas expresiones de nuestra vida social, cultural y religiosa se han visto desplazadas por un confinamiento que ha puesto en sordina los rezos y los festejos, los abrazos y los besos, el encuentro y la normalidad de una vida más vulnerable de lo que nosotros pensábamos».

Sin embargo, estos días las iglesias vuelven poco a poco a llenarse, tal y como podía comprobarse ese mismo día, no sólo en la Catedral, sino en tantas parroquias de la diócesis. «También lo hacen los teatros y los estadios, y el vaivén de nuestras calles y plazas», recordaba D. Jesús. «No menos importante es cuanto con este Domingo de Ramos damos comienzo los cristianos, en las fechas centrales en nuestro calendario creyente».

Quiso también tener unas palabras de agradecimiento con las cofradías, que tan duramente han trabajado en todo momento, no solo ahora, sino también durante el confinamiento y en estos años de pandemia, porque «junto al movimiento de nuestras hermandades y cofradías fieles a su cita en estos días señalados, cosa que nos alegra y les agradecemos de veras, están también las celebraciones litúrgicas de estos días santos que nos convocan para acompañar a Jesús en el recuerdo vivo de lo que hace dos mil años aconteció en Jerusalén. Así lo haremos el Jueves santo, el Viernes santo, y el Domingo de pascua. No por conocido el desenlace dejará de traernos un mensaje inédito si sabemos escuchar. Porque tiene Dios esa virtud: que, aún diciéndonos lo mismo, Él nunca se repite, es capaz de sorprendernos el Señor que jamás aburre, y siempre tiene una palabra que susurrar en nuestro silencio y un gesto con el que acariciar nuestros momentos maltrechos».

«Hoy la Pasión de Jesús –afirmó D. Jesús– tiene otros viacrucis, que son los que prolongan aquel viejo relato de hace dos mil años. El miedo de la pandemia que nos ha acorralado con su muerte y sus chantajes, la farsa de una gestión pública que no busca el bien común ni salir del hoyo de una crisis económica sino marear la perdiz para seguir en las poltronas y las moquetas de sus vanidades bien pagadas, la guerra que invade pueblos, destruye ciudades, mina caminos y mata a tantas personas inocentes que mueren solas o viven en la fuga y el olvido, o esa guerra doméstica en la que asesinos sin alma, depravados inmorales, monstruos que se nutren de sus vicios, degollan a quien no pueden abusar, como en estos días hemos llorado la entera sociedad mirando a la pequeña Érika en su féretro blanco y abrazando a sus desconsolados padres y hermanos. ¡Cuántas pasiones que tienen la fecha de nuestros días y el domicilio de los lares que a diario pisamos!»

Homilía completa

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