Unidades Pastorales Urbanas, una realidad

Publicado el 13/10/2017
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Formación 2El Vicario General de la diócesis de Bilbao, Ángel María Unzueta, participó el pasado martes de la primera sesión de formación permanente para sacerdotes de este curso. La charla, que se prolongó durante toda la mañana en el Aula Magna del Seminario, versó acerca de las Unidades Pastorales Urbanas, una realidad que se viene aplicando en la diócesis vasca desde hace años, y que, según él mismo reconoció, se inspiró, para nacer, en los folletos sobre las UPAP (Unidades Parroquiales de Acción Pastoral) –ahora UP– que se editaron en nuestra diócesis, en el año 2000, cuando se pusieron en marcha en el ámbito rural. Unzueta expuso, en su intervención, luces y sombras, así como aciertos y fortalezas, de su experiencia en este tipo de reorganización de grupos de parroquias, que ha traído como consecuencia la corresponsabilidad y la mayor implicación de los laicos en el día a día: “laicos y sacerdotes están llamados a entenderse”, afirmó, algo que “es muy enriquecedor”, y reconoció que “los sacerdotes que están haciendo un recorrido en las UP se sienten más gozosos en sus ministerios, se gana en comunión eclesial, y sienten su labor como más gratificante”. Además, afirmó que con estas iniciativas, “ahondamos en los objetivos del Concilio Vaticano II”. Sobre ello profundizó también en la siguiente entrevista:

¿Qué es una unidad pastoral urbana?
La unidad pastoral es una nueva parroquia que se crea a partir de las existentes. No se trata de reducir, sino que a veces en un mismo barrio estamos dos parroquias y lo lógico es que seamos una sola con dos iglesias. Es sumar esfuerzos porque esto facilita la misión y una vida eclesial digna: litúrgica, caritativa, de catequesis. El reto es construir comunidad, ser comunión y un ejercicio colegial del ministerio. 
¿Cómo se decide qué parroquias pueden conformarlas?
Hay que analizar qué demarcaciones son razonables. Qué unidades podemos establecer, buscando sinergias y problemáticas comunes. Una hipótesis que nosotros utilizábamos a veces era preguntarnos y si ahora no tuviéramos ninguna parroquia, ¿dónde las colocaríamos y qué ámbito cogeríamos? Depende también de si se quieren integrar en la unidad pastoral solo parroquias u otras instancias eclesiales que pueda haber aunque sean diferentes y tengan un nivel de integración distintos: por ejemplo un colegio católico o una comunidad religiosa que está presente en el ámbito de la marginación por su carisma. No son realidades estrictamente parroquiales, pero que pueden sumar y que es bueno que tengan una unidad de acción pastoral.
¿Qué se debe tener en cuenta a la hora de ponerlas en práctica?
Cómo compaginar la unidad pastoral con la vida de las parroquias. En ese sentido lo que es a veces posibilidad en la ciudad se puede convertir en dificultad. En las parroquias urbanas tienen gente y se sienten autosuficientes; no caemos en la cuenta de la secularización, de la sociológica y estadísticamente merma de la comunidad cristiana y cómo se va erosionando. Debemos tomar conciencia de esto y ver cómo esa iglesia puede ser misionera, porque no es tan solo un problema de restructuración. Todo esto va en línea con lo que el Concilio Vaticano II anunció. Es verdad que la Iglesia es muy diferente, pero en nuestro continente que básicamente nos toca lidiar con la secularización, con la indiferencia… la Iglesia se va configurando de una determinada manera.
¿De que modo se organizan estas unidades?
Se configura la centralización de servicios, al mismo tiempo que estos se reparten. Pongo algunos ejemplos. En nuestro caso lo que hemos hecho es centralizar los agentes de pastoral. Quienes se encargan de la catequesis en las diferentes parroquias actúan como un único grupo, que luego imparte esta formación en las distintas iglesias. Comunión central y después contar con las ventanillas que se vean necesarias. Así si una parroquia no tiene recursos, van a otra. Si nos referimos a Cáritas, optamos por centralizar la acogida en un lugar determinado, pero en cambio el proyecto concreto para, por ejemplo, las personas sin techo, pues va a otro sitio. Se debe repartir porque no es buena la pura centralización que mata la vida de las parroquias: debemos sentirnos miembros de una red. Para los párrocos es también una nueva forma de ejercer el ministerio más colegial, más compartido con laicos. Es importante que haya laicado con responsabilidades, es muy importante para la misión. 
¿Cómo lo viven los feligreses de las parroquias?
Reaccionan bien porque ven la necesidad. También se debe atender a la parroquia porque la  comunidad y lo básico está ahí y eso hay que cuidarlo porque la gente no se mueve por decreto. No se debe esperar a que un parroquia vaya feneciendo porque no hay cura o no hay vida parroquial y se suprime, no.  Hay que seguir cuidando los focos donde hay vida e ir creando. Es un proceso de conversión que va poco a poco y lleva tiempo. 
¿Qué pueden aportar las unidades pastorales urbanas a la Iglesia de hoy?
Un nuevo diseño de Iglesia más fiel al tiempo presente, de tomar en cuenta lo que es realmente una comunidad cristiana y sobre todo poder reforzar aspectos que siempre nos cuestan mucho y que son los más evangelizadores y misioneros. En ese sentido muchas veces con la parroquia actual no es suficiente, si buscamos un mantenimiento simplemente sigamos como estamos “hasta que muramos”, pero si queremos reactivar la misión no hay otra que unirse y sumar esfuerzos.

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