“Una vocación de servicio a la Iglesia”

Publicado el 21/05/2021
Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail this to someonePin on PinterestPrint this page
“Una vocación de servicio a la Iglesia”

José María Laredo y Artemio Grande son dos de los futuros diáconos permanentes que serán ordenados este domingo en la Catedral

 

¿Cómo describiríais la labor de un diácono permanente?

A.G.: La Labor de un diácono está basada sobre todo y tiene como orientación fundamental la caridad. Es como el origen de esta vocación, desde los primeros tiempos. Podríamos, de una manera sintética, dividirlo en tres partes: la caridad, la proclamación de la Palabra y la ayuda en el altar.

J.M.L: Fundamentalmente los sacramentos que podremos celebrar son el bautismo y el matrimonio. Además, ayudamos en el altar y realizamos celebraciones de la Palabra. Pero esto es una parte, porque el diaconado sobre todo es una vocación de servicio, al pueblo de Dios y a la Iglesia.

Es una vocación antigua, pero en nuestra diócesis se han empezado a ordenar diáconos permanentes hace más bien poco. Con vosotros, serán doce en total a partir del domingo.

J.M.L: El diaconado permanente existe desde muy antiguo, había desaparecido a lo largo de la historia y el Concilio Vaticano II fue el que retomó el servicio del diaconado, pero luego cada diócesis ha ido introduciéndolo cuando le pareció a cada obispo conveniente. 

¿Cómo supisteis de la existencia de esta vocación?

J.M.L.: En mi caso particular lo conocí precisamente por la prensa, y como estaba involucrándome más activamente en la Iglesia, lo pensé, y luego mi mujer también lo vio y me lo sugirió. Además, tengo una hija. Mi familia me apoya en todo porque desde luego esto me supondrá una serie de cosas que sin el apoyo de ellas sería imposible.

A.G.: En mi caso el proceso fue más prolongado. Mi vocación viene desde hace bastantes años, incluso sin yo tener pleno conocimiento ni mucho menos de lo que significaba el diaconado permanente, estuve al frente de alguna comunidad de creyentes y me acuerdo de oír a algún sacerdote decir alguna vez “qué diácono tenemos” pero yo no hacía mucho caso de eso. Lo entendía básicamente como una actitud de servicio.

Al terminar el Bachillerato me planteé la vocación sacerdotal, pero entendí, en aquel momento, que no era mi camino. Pero cuando, mucho más adelante, me explicaron lo que era propiamente un diácono permanente, pensé que era la vocación que yo siempre había tenido ahí, pero como no lo conocía, no había caído en la cuenta. Nos lo explicaron tanto a mi mujer como a mí conjuntamente, y tanto ella como yo vimos que era lo mío. De hecho mi mujer me decía “es que esta es tu vocación, por la trayectoria de tu vida”, y bueno pues a partir de ahí lo recé, lo pensé mucho, no fue una decisión inmediata ni sencilla, sino que tardé un tiempo de decidir. Pero la verdad es que mi mujer lo tenía muy claro también en ese sentido y es que además, tenemos que tener la autorización explícita y escrita de nuestras mujeres, porque eso está por encima del propio sacramento del orden. 

Mis hijos en mi caso, que son un poco más mayores, nunca pusieron objeción alguna, al contrario, me animaron siempre y su expresión ha sido “si tú crees papá que es lo que Dios te pide, y lo que quieres, lo tienes que hacer”. 

J.L.L.: Mi hija parecido. Yo tenía dudas porque vivimos en un mundo en que ser cristiano no está de moda, y para ellos puede ser difícil tener un padre diácono, suena como qué será esto. Pero ella siempre me ha apoyado, contentísima, diciéndome que hago bien.

Antes de la ordenación habéis pasado por una formación bastante intensa, durante varios años, ¿cómo ha sido?

A.G.: Hasta donde yo sé no está estipulada de una manera reglada, sino que son las diferentes diócesis las que establecen cuál es el proceso de formación de un diácono permanente, aunque sí que hay unas indicaciones generales de la Conferencia Episocopal. Se nos piden los estudios de Ciencias Religiosas, que son tres años, y luego hay una formación muy importante que es el acompañamiento, la dirección espiritual, tampoco nada distinto de otros cristianos, pero en este caso tiene unas características propias, al ser un camino particular, y luego ser y participar en las parroquias, donde se nos pide que estemos.

Para mejorar el servicio, utilizamos cookies propias y de terceros. Si sigues navegando, entendemos que aceptas su uso según nuestra política de cookies.

Más información sobre cookies