El Tribunal Eclesiástico en Burkina Faso

Publicado el 28/03/2019
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El Tribunal Eclesiástico en Burkina Faso

Entrevista Wenceslas Belem. Vicario Judicial de la diócesis de Ouahigouya en Burkina Faso

¿Cuál es la situación de los Tribunales Eclesiásticos en su país?

Hasta ahora, contábamos con dos tribunales, de primera y segunda instancia, para Burkina Faso y Níger, porque tenemos la misma Conferencia Episcopal. Para quienes vivían en los pueblos era muy difícil acceder porque están muy lejos, por eso se creó una sección diocesana de instrucción que enviaba los resultados a la capital. Tras la carta del Papa Mitis Iudex la Conferencia Episcopal ha querido comenzar con los tribunales en cada diócesis , en muchas efectivas desde 2018; solamente faltarían dos que no la tienen por falta de personal.

Será, así, el Vicario Judicial del primer tribunal de su diócesis, ¿cómo afronta esta tarea?

Con mucha fe, esperanza y paciencia porque tenemos medios muy limitados. En cuanto al personal soy el único que ha estudiado Derecho Canónico en mi diócesis y empiezo sin experiencia. También es importante la limitación de lo material como poner disponer de un local, que no tenemos, y que es fundamental para salvaguardar el secreto y el respeto a la sensibilidad y dignidad de las partes. Por otro lado, nuestra primera tarea es la parroquia y no tenemos mucho tiempo para dedicar a las causas, a lo que hay que añadir las distancias. En los pueblos hay casos de matrimonios nulos, sobre todo en el caso de quienes sufrieron matrimonios forzados, pero al estar muy lejos de la ciudad les es muy difícil comenzar el proceso. Sucede además que cuando las víctimas son mujeres, en los pueblos no tienen el ánimo de salir a comprobar la validez de su matrimonio porque podrían ser mal vistas y si hay hijos es más complicado.

¿Cómo se vive el matrimonio en Burkina Faso?

En mi país el problema es que hemos dejado completamente la preparación tradicional al matrimonio, eso hace que la gente se case pronto: la mujer con 14 años y el hombre con 15 o 16. Esta formación implicaba que se hablase con el clan de la mujer y ella debía dar antes su consentimiento comentando su respuesta a su madre. Si decía que sí, esta comenzaba a prepararla para su vida de esposa, era un secreto entre las dos. Por otro lado también el padre comenzaba a formar al hombre y lo hacía, en general, a medianoche cuando todo el mundo dormía.

Esta tradición también la se-guían los primeros católicos, y los cursos prematrimoniales pretendían enseñar mejor la doctrina católica sobre el matrimonio. Estos cursillos antes eran de una semana, mañana y tarde, pero hoy en día la gente no tiene tiempo y se han reducido a tres días. El matrimonio es un estado de vida para siempre y tres días son escasos para prepararse.

¿Cuál es el papel de la Iglesia en esa preparación?

La Iglesia en este aspecto sabe que hay una primera etapa que comienza desde la infancia. En los grupos antes del noviazgo destacamos que el matrimonio es libre, y que la mujer debe serlo, porque se trata de amor y en ese aspecto no se puede forzar a nadie: no puedo decir “tú tienes que amarme”, pues es algo que nace de manera natural. Con los católicos el mensaje está llegando, pero si las chicas tienen padres tradicionales musulmanes es muy difícil. La Iglesia en mi diócesis tiene hasta dos hogares para las chicas víctimas del matrimonio forzado que han huido y hay hermanas que se ocupan de ellas y se ponen en contacto con los padres para recalcarles que el matrimonio es libre y ellas deben serlo para poder elegir. Es también importante la pastoral familiar.

¿En qué sentido?

La que se realiza de parroquia en parroquia en los pueblos para sensibilizar. Mi trabajo consistía en la reconciliación conyugal y quisiera trabajar también en la mediación familiar con centros de apoyo como los que tenéis aquí. De ahí parte esa idea de una pastoral para cuidar el matrimonio cristiano,  entonces con esa idea es una pastoral para cuidar el matrimonio cristiano porque los fracasos pueden ser por falta de comprensión y reconciliación.

¿Cuál es la situación de los cristianos en Burkina Faso?

El sesenta por ciento de los habitantes son musulmanes y el diecinueve por ciento católicos. El diálogo islamo-cristiano va bien, en nuestra tradición el vínculo de sangre es más fuerte, entre comillas, que el vínculo de la fe y dentro de la misma familia puede haber distintas religiones y por eso hay buena convivencia: durante nuestras celebraciones de católicos y musulmanes compartimos mutuamente la comida de fiesta.

Es distinto en el caso del matrimonio. Si un católico quiere casarse con una musulmana, le exigen que se convierta, tome otro nombre y celebren una ceremonia musulmana. Hay católicos que lo hacen para no perder a la chica y más adelante continúan con su religión, incluso si lo desea puede convertirse también la mujer. En cambio si un musulmán quiere casarse con una católica plantea más problemas porque quiere que su mujer sea de su misma religión y a veces la chica no es fuerte. Por ello en la preparación al matrimonio insistimos sobre la libertad religiosa y hay algunos que lo entienden.

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