Proyecto Amor Conyugal, el matrimonio vivido desde la fe

Publicado el 21/02/2020
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Proyecto Amor Conyugal, el matrimonio vivido desde la fe

Organizan un retiro para matrimonios en el Seminario Metropolitano

Del 27 al 29 de marzo tendrá lugar en el Seminario Metropolitano de Oviedo un retiro para matrimonios organizado por Proyecto Amor Conyugal en colaboración con la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús de Gijón (todos los interesados pueden inscribirse en proyectoamorconyugal.es). Cristina Menéndez junto a su marido y varios matrimonios están coordinando en Asturias este retiro y han contado a Esta Hora el propósito de esta iniciativa y su historia.

¿En qué consiste Proyecto de Amor Conyugal?

Nace de la mano de un matrimonio que estaba totalmente en crisis y tampoco tenían una gran fe. En una visita a Fátima con su parroquia cada uno de ellos por separado vivieron lo mismo: una conversión profunda. Sintieron la llamada de la Virgen a reconstruir su matrimonio y a evangelizar sobre este vínculo para que la gente lo conociera como sacramento, que Dios está en él y que con su ayuda se puede salvar. Volvieron a su Málaga natal y mejoraron como matrimonio con la ayuda de la fe, entonces se empezaron a formar con las catequesis de San Juan Pablo II, hicieron el master de pastoral familiar y crearon grupos de oración en su parroquia. En ese momento vieron que esa idea se iba extendiendo otras parroquias y pensaron en hacer una propuesta que implicara más experiencias y surgió así  este retiro de fin de semana. A partir de ahí está también en Madrid, Navarra, Valencia, Barcelona, Palma de Mallorca, etc.

¿Cómo se desarrollan los retiros?

Tienen una duración de 48 horas y están preparados con mucha antelación. Este matrimonio ha creado un método de trabajo y en ese fin de semana se van viviendo dinámicas. Hay parejas que consiguen perdonarse y ver el matrimonio a través de los ojos de Dios: no quedarse con todo lo que “me molesta de mi marido o de mi mujer” sino que sienten el amor de Dios y pueden empezar a amar a sus maridos y sus mujeres de otra forma, y de hecho mucha gente sale muy reforzada. Existe también la figura de matrimonios tutores para aquellos necesiten que les acompañen.

Tras los retiros se ofrece a la gente la posibilidad de participar en los grupos de oración. En Gijón, en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, ya tenemos uno que se reúne una vez al mes con un sacerdote y diez matrimonios vamos trabajando las catequesis de San Juan Pablo II para la familia y el matrimonio.

¿Cuáles son las reacciones de las personas que participan?

Le viene bien a todo el mundo. Uno va allí y descubre por ejemplo la importancia de la oración conyugal y ese hecho ya es un regalo muy grande para el matrimonio, el rezar con tu marido por vuestro proyecto en común, que empieza a estar y tener más paz seguro. En los retiros se ve de todo: gente que está fenomenal y sale reforzada, a quien no le sirve o personas que llegan separadas y se reconcilian, incluso gente con años de separación. Nosotros participamos en la formación de los cursillos prematrimoniales y vemos que el matrimonio es un sacramento que para recibirlo no se prepara demasiado y luego además vivimos en un mundo en lo que prima que lo importante soy yo y si las cosas no van bien pues me busco otra cosa. En cambio lo que desde aquí se propone es que hay que rezar por los matrimonios porque con la ayuda de Dios muchas cosas son posibles, que él está en el matrimonio de cada uno, para poder seguir adelante. Y esto es lo bonito de Amor Conyugal.

¿En qué sentido?

En que te abren la mente a la gracia de decir el matrimonio es “el plan de Dios para el mundo y él ha pensado este para ti y con su ayuda se puede ser muy feliz”. Hay que dejar un poco el yo y pensar también en entregarse uno mismo, que es muy difícil. Dios nos da la fuerza para a través de la oración superarnos a nosotros mismos y luchar por darse. En la vida no todo es fácil y nadie quiere la cruz, pero si tú en cambio la coges y con la ayuda de Dios la ofreces para que el matrimonio crezca y se afiance, porque Dios solo quiere que pongamos un poco de nuestra parte y con su gracia todo se puede. Humanamente las fuerzas no llegan y para eso está la que Dios nos da.

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