“Nuestra autenticidad y testimonio tiene que ser luz en medio del mundo”

Publicado el 21/05/2021
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“Nuestra autenticidad y testimonio tiene que ser luz en medio del mundo”

Hablan Marcos Argüelles y David Álvarez, futuros sacerdote y diácono 

 

¿Cómo estáis afrontando estos días?

Marcos Argüelles: Con ánimo, con nervios pero también con ganas de vivirlo intensamente.

Contadnos algún dato personal para que os conozcamos.

D.Á.: Soy el pequeño de tres hermanos, tengo 37 años y soy de Avilés, del barrio de Villalegre. Pertenezco a una familia más o menos practicante, siempre viví la fe en la parroquia y nunca dejé de participar en las actividades que se organizaban, desde pequeño. A medida que fui creciendo, me metí en el mundo de la pastoral juvenil y poco a poco los sacerdotes que estaban al cargo me iban encomendando algunas actividades y gracias a su acompañamiento y a su testimonio, me fui acercando más a Dios y se abrió para mí el camino vocacional, y aquí estoy.

M.A.:  Soy de Pola de Siero, tengo 28 años, y también mi vocación surgió en la parroquia, participando en los grupos parroquiales. Cuando fui a hacer la catequesis para la confirmación, entré en los grupos de pastoral juvenil, en los campamentos de verano y como David, con el ejemplo de los sacerdotes que había, D. Juan Bautista, ya fallecido, y D. Sergio, que ahora es el rector del Seminario, empecé a preguntarme si Dios querría que fuera cura. Y parece que sí porque aquí estoy.

De izquierda a derecha, Natanael Valdez, Pedro Martínez y David Álvarez

¿Cómo reaccionaron vuestra familia y vuestros amigos cuando les planteasteis que queríais entrar en el Seminario?

D.Á.:  Pienso que la gente que te conoce y te quiere, más o menos sabe de tus quehaceres e intenciones en la vida, y me veían tan involucrado en la Iglesia, que ciertamente creo que a nadie le pareció extraño. En el ámbito de la Iglesia, de la pastoral juvenil, de los seminaristas que ya conocía, muchos me dijeron “bueno ya era hora, llevábamos tiempo rezando por ti, pidiendo que entraras en el Seminario”. Y además, siempre lo digo porque es algo que me quedó muy marcado, cuando se lo dije a mi madre, también dijo algo así como “Ya era hora de que te lo plantearas en serio”, pero también me dijo que si yo iba a ser feliz, ella iba a ser feliz, y eso quedó muy marcado y es algo que siempre recordaré.

M.A.:  Yo soy hijo único y por eso a mis padres les pilló al principio un poco de sorpresa, pero después fueron acogiéndolo y aceptándolo. En el caso de los amigos, hay de todo: los que de verdad son amigos tuyos, ven que haciendo esto soy feliz y por tanto lo han aceptado muy bien.

Marcos, tú hiciste el Grado en Historia antes de entrar en el Seminario, ¿cómo fue ese paso por la Universidad?

M.A.: La verdad es que aunque ya desde pequeño la vocación y la relación con las cosas de la Iglesia las tenía muy presente, fue haciendo el grado en Historia, en el segundo curso, cuando me planteé de verdad entrar en el Seminario. Pensé en dejar la carrera y entrar directamente, pero quien, en aquel momento, era mi director espiritual, me aconsejó acabar la carrera y así lo hice. La verdad es que recuerdo aquellos años como bastante felices. Siempre había un poco de tirón entre entrar al Seminario o continuar, porque cuando uno toma una decisión, parece que quiere hacerlo en el momento, pero no me arrepiento. De hecho, algún profesor de la carrera ha pedido la invitación para estar en la ordenación el domingo.

Los dos habéis colaborado en la pastoral juvenil y habéis tenido trato con muchos jóvenes, también los alejados. ¿Cómo veis el poder acercarse a ellos?

Es verdad que a veces hay posturas más bien enconadas contra la Iglesia, pero creo que lo que más abunda hoy en día en la sociedad es la indiferencia. 

“Marcos quiere ser cura, pues muy bien, allá él, pero eso no va conmigo”, pueden pensar.. Así que creo que hoy hay que, sobre todo, actuar con el ejemplo y vivir tu vida cristiana, ser coherente con ella, ser feliz, y así yo creo que es la mejor manera de que a ellos  también les entre ese interrogante de si de verdad Dios existe, que sí, existe, y si tiene algo que ver conmigo.

D.Á.: Además no podemos perder nuestra identidad, no puedes esconder el ser cristiano, tu vida de fe, tu vida espiritual. Como dice Marcos, nuestro testimonio y autenticidad de vida tiene que ser luz en medio del mundo que nos rodea. Hay que intentar tender puentes, ser personas abiertas al diálogo, al encuentro y a esa la necesidad de escucha que hay hoy, porque está muy sediento de Dios y tenemos que ser agua viva.γ

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