El Museo de la Iglesia, un museo “vivo”

Publicado el 14/04/2023
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El Museo de la Iglesia, un museo “vivo”

De todas las representaciones artísticas y objetos de culto y devoción que pueden contemplarse en la Catedral de Oviedo, conocida en todo el mundo principalmente por la Cámara Santa y las reliquias que en ella se conservan, el Museo de la Iglesia no siempre recoge la atención que se merece. Situado en el Claustro Alto del templo, conserva en sus salas elementos e imágenes que han tenido como destino la devoción y el culto a lo largo de los siglos, y representa, por tanto, la memoria, no sólo de la Catedral, sino de las parroquias que conforman la diócesis de Oviedo.

Así lo reconoce su directora, Otilia Requejo, quien destaca que el Museo de la Iglesia no es solo un museo catedralicio, sino también diocesano, “puesto que alberga los objetos de muchas parroquias asturianas”. En realidad, esa era la intención cuando a finales del siglo XIX y principios del XX comenzaron a crearse los museos diocesanos en España. “Tenían como principal encomienda salvaguardar aquellos bienes que, con motivo de la desamortización, habían quedado sin seguridad y sin la adecuada conservación”, explica Otilia Requejo. “En el caso de la diócesis de Oviedo –continúa– un importante porcentaje de las piezas del museo procede de parroquias de todo el territorio, entre las que destacan custodias, coronas de la Virgen o cálices, por ejemplo, que están depositados por las parroquias en el museo para su disfrute público y conservación; algunas de estas piezas vuelven cada año a las parroquias con motivo de la celebración de sus fiestas patronales. Por eso yo suelo decir que este es un museo “vivo”, que es una de las características que definen a los museos de la Iglesia y que los diferencia de otros museos, donde las piezas salen con motivo de préstamos para exposiciones u otro tipo de actos culturales, pero en el caso de los objetos de la Iglesia, estos siguen cumpliendo la función para la que fueron concebidos. Los museos de la Iglesia son espacios de algo que ahora está muy en boga, como es el patrimonio inmaterial, representado por las celebraciones  litúrgicas y por  los actos religiosos  que desde  hace siglos se celebran y se  siguen  celebrando  en  la  diócesis”.

En sus salas convive una gran variedad de arte perteneciente a las distintas corrientes artísticas que se han desarrollado a lo largo de la historia de pintura, escultura o la orfebrería litúrgica. Cuenta con piezas de gran relieve, donde destacan, además de la colección de orfebrería litúrgica, curiosidades como el díptico romano-bizantino del siglo VI –la pieza más antigua–, “una obra magnífica, espectacular y hasta el año 2004, en que adquirió una similar el Museo de Arte Romano de Mérida, la única de estas características en España”, según confirma su directora, que destaca que los fondos del museo cuentan con “piezas de primer nivel que merece la pena mostrar y dar a conocer”. Sus salas se han ido acrecentando con el tiempo también gracias a legados y donaciones de particulares. Destacan la colección de cálices y copones litúrgicos de D. Valeriano Muñoz; la colección de iconos de D. Manuel Bayón y el retablo de San Pedro donado por Dª María Graña. Recientemente se han incorporado obras como el retrato del Deán D. José Cuesta, donado por los hermanos Somolinos Rodríguez Bustelo y el retrato de San Felipe Neri, donación de las hermanas Sánchez Piñán.

Un trabajo gris

Así, como el “trabajo gris, que no se ve”, describe la directora del Museo de la Iglesia en Asturias la labor que desde hace unos años a esta parte se está llevando a cabo. “Desde 2020, cuando yo me hice cargo de la dirección, hemos estado revisando todos los libros registro, los inventarios de las distintas colecciones y los hemos actualizado, fotografiado y catalogado: una labor un poco tediosa, que requiere un método y para ello hemos contado con la colaboración de estudiantes en prácticas de la Universidad de Oviedo, con quien hemos firmado un contrato de colaboración”, explica Otilia Requejo. “También contamos con la asesoría de dos profesores, Vidal de La Madrid y Yayoi Kawamura, expertos en arquitectura y en orfebrería, respectivamente, que desde hace años colaboran de manera altruista con el Museo. En estos últimos meses, además, hemos revisado toda la cartelería, que es la información que se ofrece sobre las piezas, para renovarla, subsanar algunos errores y unificar la presentación de la información”. Junto a esta labor, se ha trabajado en el acondicionamiento de la nueva biblioteca del Museo, en el Tránsito de Santa Bárbara, con la ayuda de otra voluntaria que ayuda en el orden y la catalogación de la colección. “Quisiera además –sugiere la directora del Museo– destacar el apoyo del Seminario, concretamente de la responsable de su biblioteca, Judit Hidalgo, que nos ha ayudado con estas tareas. Es, en definitiva, un trabajo en equipo y afortunadamente contamos con personas muy valiosas que se suman a él”.

Con motivo de la Semana Santa, desde el Museo de la Iglesia se difundió un breve vídeo con imágenes de las representaciones de Cristo Crucificado que se conservan en las salas, con la idea de trabajar en un proyecto de divulgación que dé a conocer a la gente lo que este museo alberga. Así, a lo largo del mes de mayo se publicará otro vídeo similar, con representaciones de la Virgen, “para despertar el interés de las personas y que se animen a visitarlo”, reconoce Otilia Requejo, que subraya también que con el ánimo de difundir otra parte del patrimonio religioso fundamental, como es la música, han contado con la colaboración de las religiosas benedictinas del Monasterio de San Pelayo en el acompañamiento musical de estas piezas audiovisuales, que se difunden a través de las redes sociales y las páginas web de la diócesis y de la Catedral.

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