Las Siervas de Jesús de la Caridad celebran su 150 aniversario

Publicado el 23/07/2021
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Las Siervas de Jesús de la Caridad celebran su 150 aniversario

Este domingo, 25 de julio, a las 11 de la mañana, las Siervas de Jesús de la Caridad celebrarán con una eucaristía de Acción de Gracias el 150 aniversario de la fundación de la congregación, que estará presidida, además, por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz.

Fue en 1871 cuando santa María Josefa Sancho de Guerra, canonizada el 1 de octubre del año 2000, creaba esta institución religiosa con la misión de asistir y cuidar a los enfermos a domicilio, preferentemente de noche. El lema «Amor y Sacrificio» es el lema que resume la espiritualidad y el apostolado de esta congregación, que no se quedaba tan sólo en los meros cuidados médicos, sino como decía su fundadora “No crean, hermanas, que la asistencia consiste sólo en dar medicinas y la alimentación al enfermo; hay otra clase de asistencia que nunca deben olvidar, y es la del corazón, procurando acomodarse a la persona que sufre, saliendo al encuentro de sus necesidades”.

Esta labor es la que han estado realizando tanto la comunidad de Oviedo, con once hermanas actualmente, como la de Gijón, con diez, hasta que «hemos podido», tal y como reconoce la Superiora de Oviedo, hna. María Milagros González Crespo. Sin embargo, cuando la labor de atención a los enfermos de noche fue demasiado esfuerzo para las ancianas religiosas, se plantearon «de qué manera podíamos ayudar a la sociedad», y así nació, en el año 2014, el Comedor Social de las Siervas, en Oviedo, que actualmente reparte desayunos, para complementarse con la Cocina Económica de las Hijas de la Caridad.

Estos días el Comedor está repartiendo a diario entre 110 y 120 desayunos, aunque tal y como afirma la Superiora, hna. María Milagros González Crespo, «hemos llegado a dar más de 150 en los peores momentos de la pandemia, porque mucha gente se quedó sin trabajo». Un litro de leche, un bocadillo y unos pinchos componen la bolsa de comida que las hermanas, ayudadas por voluntarios incondicionales, reparten a través de una ventana, desde que las medidas sanitarias impidieron abrir el convento para que las personas pudieran entrar. «No les preguntamos quiénes son, qué hacen o a qué religión pertenecen –explica la hermana María Milagros–. Son hijos de Dios, y por ello les ayudamos».

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