Este pasado viernes tenía lugar, en el Seminario Metropolitano de Oviedo, las jornadas en torno al documento “Ejes estratégicos en los procesos de acompañamiento en la infancia, adolescencia y en sus familias”.
Se trataba de una sesión formativa organizada por el programa de Menores y Familia, de Cáritas diocesana de Oviedo, y que contaba para impartirlo con la presencia de Carmen García, responsable del programa de Menores, Adolescencia y Familia de Cáritas Española, con quien hablamos en la siguiente entrevista:
En Cáritas estáis especialmente preocupados por lo que llamáis la “transmisión intergeneracional de la pobreza”, ¿Qué significa exactamente este concepto?
La transmisión intergeneracional de la pobreza –o como nos gusta decir, de las pobrezas, porque la pobreza va mucho más allá de lo socioeconómico solamente– tiene que ver con las mayores probabilidades que tiene una persona de vivir en su etapa adulta en situación de precariedad y vulnerabilidad, cuando esto mismo lo ha padecido ya en su etapa de infancia o adolescencia.
Desde Cáritas no somos deterministas, entendemos que esto se puede cambiar, y por lo tanto luchamos para que cambie, aunque vemos que hay esta correlación entre aquellas personas que en su etapa de infancia han vivido en situaciones de alta precariedad para que luego se vuelva a reproducir esto en su etapa adulta.
¿Por qué es tan preocupante; qué es lo que veis vosotros en vuestro trabajo cotidiano, a pie de calle, para que sea una idea recurrente en la que creéis que hay que invertir y trabajar a fondo?
Es muy preocupante por muchas y muy diversas razones. Primero, porque hay niños que nacen ya con una falta de expectativas, cosa que no debiera de ser así y no es real además. Lo que queremos es que tengan la misma igualdad de oportunidades que pueda tener cualquier otro niño, nazca donde nazca. Y a partir de ahí, tratar de que no haya desigualdad de oportunidades es algo en lo que trabajamos día a día desde Cáritas.
Un momento de las jornadas
Decidís entonces facilitar, como hicisteis la pasada semana en el Seminario Diocesano, herramientas para acompañar a las familias, desde la labor de voluntarios y trabajadores. ¿Cómo surge este documento que estáis difundiendo por las diócesis?
Es un documento que nace en el 2016 con el Informe de Transmisión Intergeneracional de la Pobreza, que se lleva a cabo de la mano de fundación Foessa y de Cáritas Española. Aunque en realidad hunde sus raíces antes, en el 2007, cuando ya las Cáritas diocesanas, entre otras la de Oviedo, nos transmiten a Cáritas Española la preocupación que tienen cuando están viendo que, generación tras generación, las personas continúan acudiendo a sus recursos. Ven cómo los hijos de los padres, y de los nietos a los que ya ayudaron, siguen pidiendo ayuda a Cáritas, y les resulta preocupante.
A partir de ahí, el informe de la Transmisión Intergeneracional de la Pobreza del año 2016 lo que hace es corroborar con datos, rigurosamente, lo que ya las Cáritas diocesanas habían intuido. 2016 es por tanto para nosotros es un trampolín en el programa de Infancia, Adolescencia y Familia, para preguntarnos: ¿cómo podemos revertir esta situación? Y ¿cómo podemos ser freno y no acelerador de esa Transmisión Intergeneracional de la pobreza? Y a partir de esa pregunta es que vamos organizando todo lo que es este documento con una legitimidad bastante importante porque en el han participado unas cincuenta Cáritas diocesanas de las setenta que hay en todo el territorio español, y con unos procesos de reflexión bastante aterrizados y que tienen que ver con todo el trabajo que se está haciendo.
¿Qué contenidos habéis planteado a los asistentes a esta charla?
Lo que hacemos es explicar qué elementos tenemos que tener en cuenta para ser frenos y no aceleradores de la Transmisión Intergeneracional de la Pobreza.
Y son 5 ejes estratégicos que nos hemos consensuado: Uno, involucra a todo lo que tiene que ver con el conocimiento y cumplimiento de los Derechos Humanos como primer paso para la justicia social.
Otro, tiene que ver con los procesos de integralidad desde los programas: no fragmentarlos, y ver a las personas en su conjunto, dentro de una familia, de una sociedad, una comunidad.Por otro lado, está el acompañamiento de lo vivencial, muy relacionado con lo que es el ADN de Cáritas: no solo lo que hacemos sino también cómo lo hacemos. Un cuarto eje que tiene que ver con lo que es el derecho a participar y sentirnos escuchados, y un quinto eje que tiene que ver con el sentido de lo que es ser comunidad.
De izquierda a derecha: Verónica González, responsable de Menores de Cáritas diocesana y Carmen García, de Cáritas Española
En el acompañamiento que se hace actualmente, ¿Qué aspectos dirías entonces que habría que modificar?
Siempre hay cosas que cambiar. Creo que hacemos muchas cosas y muchas cosas bien pero siempre se puede mejorar. En ese sentido mirar hacia atrás para poder mirar hacia delante es fundamental. Y es en lo que estamos. También hay que ir adaptándose a las diversas realidades en las que nos encontramos. Ahora mismo no es lo mismo que en el 2016 cuando se hizo el informe, y sin embargo vemos que la Transmisión Intergeneracional de la Pobreza se ha visto incrementada, va a más cada vez, tanto en situaciones de crisis como la que vivimos ahora mismo, como en los periodos de bonanza que hemos tenido. Por lo tanto que hay seguir avanzando, modificar y mejorar nuestras intervenciones socioeducativas.
¿Hay algo que podamos hacer, desde fuera, para frenar esta transmisión intergeneracional de la pobreza?
Todos podemos poner nuestro granito de arena que es tan importante. Para empezar, entendiendo que los niños son responsabilidad por supuesto de sus padres, pero también de la sociedad en su conjunto. Que la infancia vulnerable tenemos que apoyarla y tenemos que ver cómo entre todos podemos hacer para que esa desigualdad de las oportunidades no sea real y que la igualdad sea una meta que podamos alcanzar entre todos. Con esa sensibilización tan importante y apoyando y reforzando en la labor de Cáritas y en todo lo que entendemos que tenemos que apoyar para que la igualdad sea una realidad y no una meta.
