El conocido dibujante Patxi Velasco “Fano”, ha estado estos días en Avilés, y ha participado en las segundas Jornadas sobre el Cuidado que organiza la UP de Llaranes – El Pozón con una charla titulada “Vivir en sentido y en común”.
Mucha gente ha logrado acercarse a Jesús y a la fe gracias a tus dibujos, ¿dónde encuentras tú esa cercanía?
Es desde chiquitito porque vivo la fe desde mis padres y de familia, y luego formar parte de una parroquia y una comunidad. Es una vida de fe desde pequeño, pero no siempre ha sido la misma fe siempre ha habido una búsqueda y una necesidad de conocer, del saber, el encuentro con personas y con libros que han ido cultivando esa fe. Y luego mucho, mucho, mucho la vida íntima con el Señor y la vida interior; intentar profundizar, hacer mis silencios, mi rosario, mi vida eucarística, eso alimenta e inspira lo que luego sale por los dibujos. Hay un antes y un después de Cristo en la historia personal de cada uno que condiciona mucho a la persona.
¿Cuándo nace tu carrera como dibujante?
Nace de la necesidad. Era profesor de Religión del colegio María de la O, de donde soy ahora director, que está en un barrio marginal: «Los Asperones» en Málaga, donde toda la población es gitana, de chabolas. Al igual que antes se anunciaba la buena noticia con vidrieras a los pobres, la necesidad de simplificar el Evangelio me hizo más bien a mí que a los niños. Fue un proceso precioso didáctico para explicar el Evangelio a gente sencilla que para ellos es. La necesidad de dibujar surgió un poco así, el tener que contar cosas tan bonitas como la parábola del hijo pródigo a gente que no sabía leer. Para mí es un regalo, es un don de Dios que pasa por mí, pero del que no soy dueño. Es una gracia.
Tus dibujos transmiten la fe alegre que tanto nos anima a tener el Papa Francisco.
Sí, cuando en Semana Santa me piden más dibujos de sufrimiento me cuenta porque necesito la sonrisa. Como dicen los niños de mi cole siempre pones las mismas caras: dos puntitos y una sonrisa. Pero ojalá la vida sea así, pero el Evangelio es eso: ver la vida con dos ojitos y una sonrisa. Tampoco tiene mucho arte, el arte está en el Evangelio más que en el dibujo así.
Ejerces tu labor, además, en un barrio marginal donde ves situaciones muy duras.
Muchas veces digo que el cielo será fantástico porque allí no habrá llanto, no habrá dolor, nadie te llamará para decirte “no tengo para comer”. La esperanza del mundo es saber que hay un cielo y tenemos que hacer que el cielo llegue en la tierra que no haya gente pasando hambre y necesidad. Esa zona de sufrimiento a mí me da gracia, me permite hacer la obra de misericordia como profesional que soy, me permite ayudar. A veces también con frustración, con miedos y con dudas, pero esos momentos te agarran más a la fe y decir: “Señor, no puedo; Señor, ayúdame, esto es demasiado”. También hay un equipo y eso precioso porque en las trincheras nos encontramos quienes buscamos el Reino. Te encuentras con gente muy buena que vive para hacer el bien y para que el mundo sea un lugar mejore. Y en ese contexto de sufrimiento eso es un regalo.
«Vivir con sentido y en común» era el título de la charla que ofreciste en Llaranes, ¿qué temas tocaste?
Si tú analizas las dos palabras son preciosas porque sentido es que yo no soy un vagabundo que no sabe a dónde va, sino que mi vida tienen un sentido. Jesús me da un propósito vital, ese sentido de saber quién eres, que eres hijo de Dios, y a dónde vas, que es el Reino. Y en común quiere decir que te haces familia; como somos todos hijos de Dios, somos hermanos. Soy psicólogo y muchas veces se plantea el hecho de cuando tu vida tiene un sentido, un para qué y tú tienes una entidad de que sabes quién eres… Jesús viene a darnos eso. Por eso esa frase es tan bonita, hablamos del proyecto de Jesús y en común para que lo vivamos fraternalmente como dice el Papa en la encíclica Fratelli Tutti.
Cada uno poniendo su talento al servicio de los hermanos.
Eso es, en Llaranes la gente tiene muchos dones. Fui con mi familia y nos sentimos agasajados porque uno trae fabada, otro frixuelos… cada uno aporta lo que tiene y sabe. Muchas veces hablamos de los talentos y nos olvidamos de los que se ven en lo ordinario y el talento de saber acoger, y en eso los asturianos somos unos fenómenos. Ese talento en las parroquias debemos alentarlo y moverlo mucho.
