“Gaudí, a través de la belleza, nos acerca a Dios”

Publicado el 13/05/2022
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“Gaudí, a través de la belleza, nos acerca a Dios”

José Manuel Almuzara, arquitecto, Presidente de la Asociación Pro-beatificación de Antonio Gaudí

¿Cómo fue la evolución de Antonio Gaudí, hasta que llegó su proyecto de la Sagrada Familia?

Antonio Gaudí fue creciendo en su sabiduría como hombre, como arquitecto, como cristiano. Pienso que incluso antes de entrar en la Sagrada Familia ya había hecho algún proyecto en el cual se veía su fe, por ejemplo un retablo para una Iglesia de una población cercana de Barcelona. También había intervenido en un colegio en Tarragona, donde estudiaba su sobrina, Rosita. Pero sí que es verdad que la Sagrada Familia es como su obra magna, en la cual, de una forma casi en exclusiva en los últimos 12 años de su vida, se dedica a hacer maquetas y decidir cómo sería la arquitectura para el futuro. Gaudí tuvo un crecimiento en todos lo sentidos y en la Sagrada Familia es donde muestra su misticismo, como me dijo el Papa Francisco en una audiencia privada.

¿Se observa la evolución de la fe también en su arquitectura?

 Sí, yo creo que en la arquitectura de Gaudí, también en la civil –lógicamente en la religiosa no hace falta ni comentarlo–, hay un simbolismo en el cual también demuestra su amor a Dios y a la Virgen. La casa Batlló, un edificio en el paseo de Gracia de Barcelona, acaba con una Cruz; la Pedrera casa Milà fue la última obra civil de Gaudí, y también tiene un grupo escultórico con la Virgen. Gaudí estudia las órdenes más importantes: Gótico, Románico, Renacimiento, Barroco, etc. e introduce algo novedoso, que es la arquitectura de la naturaleza, que desde bien pequeño contempla y se siente un colaborador del Creador; él dice que “no se inventa nada”; y en toda su arquitectura hay una evolución de experiencia de los materiales, mejora con el tiempo, quita las muletas del Gótico, pero ese crecimiento espiritual también lo demuestra en su arquitectura civil.

Le llamaban “el arquitecto de Dios”. ¿Cómo era trabajar con Gaudí?

Una de sus frases acerca del trabajo siempre me ha acompañado en mi vida profesional, como arquitecto, y es que decía que “el trabajo es fruto de la colaboración y tiene que basarse en el amor”. El arquitecto, decía Gaudí (aunque también valdría para cualquier profesión), se ha de saber aprovechar de las cualidades que tiene cada uno, lo importante es descubrir para qué sirve cada uno. Porque así, si tú le dices a un carpintero, a un albañil o a un fontanero lo que tiene que hacer, conociendo de antemano cómo son sus características, este hombre trabaja más a gusto. Decía Gaudí que nadie es inútil, todo el mundo servimos, pero no todos para lo mismo. Por eso, hay que descubrir para qué sirve cada uno. Esto es muy hermoso y Gaudí lo tuvo en cuenta en su trabajo cotidiano. 

El rezo del Rosario era una práctica devocional muy habitual para Gaudí.

Así es. La Eucaristía y la Virgen fueron dos de sus grandes amores, y el Rosario era un arma poderosa que él decía que rezaba cada día, de hecho, el día del atropello, el 7 de junio de 1926, una de sus pertenencias en los bolsillos era un Rosario. En el parque Güell, donde vivía junto con su padre y su sobrina, en un viaducto plano que construyó, puso 150 esferas de piedra, que eran para rezar el rosario. Siempre decía también que nuestra vida es acción y reflexión.

¿En qué momento se encuentra su proceso de beatificación?

Nosotros, como asociación civil, estamos inscritos en la Generalitat de Cataluña y nacimos el 10 de junio de 1992; el próximo 10 de junio celebraremos nuestro XXX aniversario. En el año 2003 fue cuando se empezó el proceso en el Vaticano. La Positio se terminó hace tres años, y ahora se está estudiando más a fondo. Esperamos que cuanto antes se termine porque desde Juan Pablo II, todos los Papas han considerado a Gaudí como un santo varón, un hombre que puede ser un modelo a seguir como tantos otros y que puede hacer mucho bien a través de su arquitectura, porque como decía Benedicto XVI el 7 de noviembre de 2010, “Gaudí no predica con palabras, sino que como arquitecto, lo hace con la arquitectura, como una forma de acercarnos a Dios”. Esa es la grandeza de Gaudí, no hacer una escisión entre la conciencia cristiana y la conciencia humana, ser un cristiano consecuente.

A nosotros, evidentemente, nos haría mucha ilusión que se acabara el proceso y se consiguiera un milagro, aunque para mí a veces es un milagro, por ejemplo en este caso estar en Oviedo, y en otros tantos sitios del mundo donde he estado hablando de Gaudí. Él gusta a todos, de toda condición. Recuerdo una vez a un ateo, entrando en la Sagrada Familia que me decía a gritos: “¡José Manuel!”, y yo le contestaba “¿Qué pasa?”, y me decía: “¡Pero si yo soy ateo! ¿qué me está pasando?”. Y es que al entrar en la Basílica se quedaba impactado, porque la belleza nos conmueve a todos, y esa es una de las grandezas de Gaudí, que a través de la belleza nos acerca a Dios y a veces, incluso, hay conversiones. 

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