“Comencé por obligación cristiana”

Publicado el 22/01/2021
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“Comencé por obligación cristiana”

A finales del mes pasado se dieron a conocer los nombres de los nuevos Dirctora y Secretario General de Cáritas Asturias, tras su nombramiento por parte del Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz. Se trataba de Aurora María García García y de Ramón Méndez-Navia Gómez.  Ambos sustituían en el cargo a Ignacio Areces y a Mari Luz Baeza Rodríguez, antiguos Director y Secretaria General, respectivamente.

Aurora García, nacida en Trubia en 1973, es vecina de Pravia y allí comenzó a implicarse como voluntaria en la Cáritas parroquial, en el año 2013, asumiendo desde los comienzos el cargo de directora, una responsabilidad que ha llevado a cabo hasta ahora.  Entre sus tareas se ha encontrado el acompañamiento y acogida a las personas que se acercan a Cáritas y el trabajo con niños y jóvenes, así como la animación de la comunidad.

Por su parte, Ramón Méndez-Navia, natural de Gijón, está casado y es padre de tres hijos. Es licenciado en Derecho y abogado desde el año 1994. Comenzó su trayectoria en Cáritas como voluntario en el año 1996, prestando asesoramiento jurídico a la institución, y pasó a formar parte de la misma en el año 2000. Ha sido responsable de programas como el de las Personas Sin Hogar de Cáritas Asturias y hasta este momento era parte del Equipo de Apoyo al Territorio, en los arciprestazgos de Oviedo y de El Fresno.

Aurora, hace nada hablabas precisamente para Esta Hora sobre la labor de las Cáritas parroquiales, y contabas la labor que estabais haciendo de manera especial en la Cáritas parroquial de Pravia, cómo os habíais logrado organizar en esta situación tan particular. Quién iba a imaginar que unos días más tarde ibas a aparecer en una entrevista como directora de Cáritas Asturias.

Aurora: No lo sabía ni yo, fue una sorpresa considerable para todos.

¿Cómo llegaste a ser voluntaria en la Cáritas parroquial de Pravia? ¿Qué te movió a dar ese paso? 

Aurora: Yo tengo cuatro hijos, y cuando el pequeño empezó el colegio, vi que me empezaba a sobrar un poco de tiempo. Además, siento que es una obligación cristiana, la de ponerte al servicio de los más pobres y desfavorecidos. Yo tenía una amiga, una “chavalina” de 80 años, voluntaria en Cáritas, con la que tomaba el café, y ella siempre me contaba las cosas que hacían, el grupo que tenían y a mí aquello me enamoró. Por eso, cuando vi que tenía ese ratín libre, decidí apuntarme. El caso es que me metí en una piscina enorme porque al poco empecé como directora, era justo en ese momento la necesidad que había, me puse al servicio y lo que Dios te pida. Y ahí estábamos, aprendí mucho, y durante siete años fue la labor que hice.

Durante todos estos años, probablemente te hayas encontrado con muchas situaciones que de alguna manera han ido desmontando prejuicios o ideas que tenías, ¿crees que podrías compartir alguno de tus aprendizajes con el trato directo con personas en situación de exclusión a lo largo de estos años?

Aurora: Aprendes sobre todo a ponerte en los zapatos de tu hermano. Tienes que desarrollar una empatía que no sabías que tenías o que eras capaz. Tenemos un montón de prejuicios, pero antes de empezar la acogida o el acompañamiento hay que quitarse esa chaqueta que no sabes que la llevas: tú ves una persona y estereotipas, y resulta que la conoces y descubres el perfil de alguien que te enamora y engancha, y que  está viviendo unas situaciones determinadas en casa que evidentemente provocan unas circunstancias. Y tú, si no estás dentro, ves sólo las circunstancias, pero las personas somos eso, personas, no circunstancias. A veces empatizas tanto que te quita el sueño, especialmente cuando ves situaciones frustrantes. Ahí es cuando descubres la grandeza de Cáritas, hasta dónde llega. Yo siempre digo que somos como esponjas, no nos hacemos dueños del problema, porque al fin y al cabo el que lo soluciona debe de ser la persona, pero sí que haces el problema un poco tuyo, y haces como de cama elástica, animando a saltar y prometiendo que tú vas a estar ahí. Y eso, la verdad, es una implicación personal muy grande y muy enriquecedora. Te hace crecer valores humanos y desde luego cristianos.

Llegas a la dirección de Cáritas Asturias, una labor, por cierto voluntaria, en medio de una situación muy delicada, como decíamos antes, atendiendo durante el estado de alarma a 1.338 hogares, de los cuales un 26% no habían acudido a la institución antes de esta crisis, son 2.175 familias más. ¿Cuál es el perfil de estas familias, cuáles suelen ser los principales problemas?

Aurora: Yo creo que hay perfiles muy delimitados, siempre lo decimos: estamos luchando contra esa cara de mujer que está tomando la pobreza, hogares monoparentales, donde ella es la que tira por sus hijos, que estaba trabajando en asistencia al hogar, o en hostelería u otros trabajos que normalmente se cobran en B, y en el momento del confinamiento se quedan sin ningún derecho a prestación. También tenemos a los inmigrantes, cuando hablamos de la regularización sobrevenida, especialmente aquellos que estaban “a un tris” de conseguir la regularización, se cierra todo y ahí te quedas, y luego es un proceso que luego cuesta mucho retomar.

Ramón, llevas años trabajando en Cáritas Asturias, ¿qué supone para ti este nombramiento?

Ramón: No podría decir que hay un cambio sustancial. Tú estás en una institución, en la Iglesia, como en la vida, y uno va viviendo lo que se le pone delante y se te va pidiendo. Cuando uno vive escuchando y discerniendo, a veces no conoces el motivo de por qué van pasando las cosas, pero si tienen una coherencia con lo que vas haciendo y cómo vas viviendo, pues lo aceptas, lo acoges, lo agradeces y lo intentas llevar adelante.

¿En qué va a consistir tu labor a partir de ahora?

Cáritas, además de ser la dimensión caritativa y social de la Iglesia,  es también una gran entidad, con muchos trabajadores, con muchos programas y con mucho presupuesto. Y esa parte de gestionar todo eso e intentar hacerlo manteniendo la identidad de lo que es la acción caritativa de la Iglesia, sus valores sus principios, eso es también la labor que hay que llevar a cabo, no solo es gestionar, sino gestionar con identidad.

Durante un tiempo fuiste responsable de programa sin hogar de Cáritas Asturias. Hoy sigue siendo uno de los problemas que más preocupa a Cáritas, ¿Qué soluciones proponéis para ellos?

Ramón: Yo creo que el gran problema es intervenir sobre situaciones que ya no deberían de haberse dado. Cuando se dice que Cáritas tiene una parte que es asistencial, y otra parte de dinamización comunitaria,  de proporcionar  un  colchón, una cobertura y una red a las personas para que no se vean abocadas a situaciones de calle. Si solamente nos centramos en proyectos que van a solucionar problemas, no lo estamos haciendo bien. Ahora en todas las intervenciones sociales, siempre se pone más el foco en la parte de prevención.

Antes hablábamos de perfiles, yo pienso en las personas que tienen más de 50 años, que ya no se van a enganchar al trabajo, y muchas de ellas con problemas de salud mental, patologías múltiples, muchas vienen de esas situaciones de calle, y cuando llegue el momento en que puedan acceder a un recurso residencial en el ERA, estarán tan rotos como personas que será muy díficil que puedan reengancharse. Y pensar que una parte importante de tu vida vas a tirarla, eso nos tiene que llevar a pensar qué hacemos.

Otro de los problemas graves es la situación de los mayores, tanto en las residencias, como también las personas mayores que viven solas, y más en este tiempo que estamos viviendo. ¿Habéis incrementado la ayuda en este campo?

Ramón: Llevamos en esto ya mucho tiempo, sobre todo el trabajo más importante que ha hecho Cáritas últimamente se centra más en las las áreas rurales que en la urbana. Nosotros no hacemos distinción en el acompañamiento de personas, acompañamos a personas mayores y no tan mayores, pero centrándonos en su problemática y sobre todo, la de aquellos que se encuentran en establecimientos residenciales. Allí, intentamos que sean conscientes de que son importantes para el desarrollo de la sociedad y que tienen su lugar, y eso también lo trabajamos mucho con la gente joven. Tienen que saber que esas personas que están allí no son personas “abandonadas”, que “no sirven para nada” o que sólo son “consumidores de recursos públicos”, sino que son personas que aportan mucho y que pueden aportar más aún, porque su presencia humaniza la sociedad y te plantea muchos interrogantes. Si esos interrogantes vivos de-saparecen, nos perderíamos algo muy  importante.

¿Qué retos tiene Cáritas en este futuro próximo?

Ramón: Creo que el gran reto que tenemos ahora es intentar apuntalar esto que tenemos, e intentar ser capaces de conseguir dar tiempo a las personas ya que en estos momentos no lo tienen. Y también intentar hacer intervenciones más en la línea de la prevención, quizá no tantas pero sí más profundas y a largo plazo. Porque ese largo plazo no lo van a tener, porque cuando se vayan acabando las ayudas, se acabarán de un día para otro y ya no llegarán más.  Ahí es donde tenemos que estar.

Lo hemos comentado ya en diálogo con los ayuntamientos asturianos: el problema es que la respuesta que ha dado las administraciones, ha sido importante, y eso está bien, pero no se va a sostener en el tiempo. Son ayudas puntuales, pero no se prolongarán en el futuro.

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