Con la celebración de la festividad de San Mateo, el sábado, 21 de septiembre, finalizó en la Catedral de Oviedo el Jubileo de la Santa Cruz o Perdonanza. Unos días en los que ha sido posible ganar la Indulgencia Plenaria y en los que, como recordó el Deán de la Catedral, D.Benito Gallego, en su homilía durante la celebración eucarística, «nuestra atención ha estado puesta en la Santa Cruz. La Cruz de los Ángeles, en el altar, ha estado presidiendo nuestras celebraciones, pero nuestra atención está en la Santa Cruz, no por lo que supone de sufrimiento y de muerte, sino porque es el emblema del Salvador. Y hemos repetido junto con San Pablo «Nosotros hemos de gloriarnos en la Cruz de nuestro Señor, en la cual está la salvación, vida y resurrección, por la cual hemos sido liberados». «Y es que –afirmó– para los cristianos la Cruz no es ya un patíbulo infamante, sino un trono desde el que Cristo ha triunfado del pecado y de la muerte. Es el símbolo del amor de Dios a los hombres. Los cristianos no gozamos con el dolor, no somos masoquistas, sino que gozamos con el amor. Festejamos la cruz en cuanto constituye la expresión de Dios por el amor a los hombres».
Recordó también el Deán en su homilía que San Mateo, que no es el patrono de la ciudad de Oviedo pero que bajo su protección se celebran estas fiestas tan importantes, ejercía de recaudador de impuestos, al que Jesús dijo «Sígueme», y él lo dejó todo «con prontitud y alegría y se convirtió en uno de los doce». «En todos nosotros, que somos irrepetibles –explicó–, que Dios nos ha pensado con amor y nos ha creado con amor, Cristo pasa, de alguna manera, cualesquiera que sea nuestra edad y nuestras circunstancias y nos llama a seguirle más de cerca, a ser más generosos, a despojarnos un poco de la comodidad. Y la respuesta pronta y alegre de San Mateo nos sirve de estímulo». «San Mateo –dijo– se convierte así en un símbolo y en un testigo excepcional de la vida y enseñanzas de Jesús y además nos ha dejado un precioso regalo. A él se le atribuye la redacción del primer Evangelio, escrito en arameo, el más citado sin duda, comentado y predicado en los primeros tiempos de la historia de la Iglesia».
D. Benito Gallego quiso tener también en sus palabras un recuerdo especial, en plenas fiestas de San Mateo, para «tantas familias de entre nosotros que atraviesan una situación difícil generada por el paro, por un salario insuficiente, por la enfermedad o por el miedo al futuro. Y no podemos olvidarnos tampoco de tanta gente que está viviendo en guerra, o en medio de desastres naturales, como el temporal de Centro Europa o los incendios de Portugal. Pedimos al Señor a través de San Mateo que alivie tanto dolor. Nadie nos debe ser indiferente. Que nos conceda a todos el deseo de servir de la mejor manera en lo que cada uno puede para aliviar ese dolor en el mundo, pero primero en nuestro entorno».
Al finalizar la eucaristía, que estuvo acompañada musicalmente por la Schola Cantorum de la Catedral, dirigida por el canónigo D. Sergio Martínez Mendaro, el Santo Sudario se mostró en el presbiterio para la veneración de los fieles asistentes. Una tradición que se da tan solo tres días al año: el día de la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz y comienzo del Jubileo (14 de septiembre); el día de San Mateo y final del Jubileo (21 de septiembre) y el Viernes Santo. El resto del tiempo el Santo Sudario se conserva, protegido en una urna, en la Cámara Santa de la Catedral, donde se puede visitar.