Catecumenado de familias

Publicado el 07/12/2018
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Catecumenado de familias

Ya desde el momento de su presentación, en el año 2014, el Directorio Diocesano de Catequesis planteaba un cambio de actitudes. En aquel momento se explicaba que la Iglesia era consciente de encontrarse ante una situación nueva y diferente, viviendo en medio de una realidad social y cultural que ha cambiado respecto de los últimos años, algo que, sin duda, afectaba a la transmisión de la fe. Las personas que trabajan habitualmente en el ámbito de la catequesis, sacerdotes, religiosos y laicos, comprobaban que en las últimas décadas había ido instalándose una inercia y un modo de actuar en el que los sacramentos se habían convertido en ritos de paso, poco más que actos familiares y sociales con un bajo trasfondo espiritual o de fe cristiana.

“Hay una constatación de que los niños hacen un proceso de catequesis que se queda a medias, pues la mayor parte no continúa con su vida de fe en la comunidad cristiana, tras hacer la Primera Comunión”, afirma el Delegado episcopal de Catequesis, Manuel Alonso. “Falta el acompañamiento de las familias, y es que la fe ya no se transmite en casa como antes, no hay una vivencia familiar y por eso en la diócesis se vio claro que había que acompañar, no sólo a los niños, sino también a los padres”.

De ahí nació el Catecumenado de Familias en Asturias, puesto en marcha hace ya tres años, siguiendo las pautas establecidas en el Directorio diocesano de Catequesis. Este mismo Directorio recoge también la existencia de equipos itinerantes de catequistas para llevar a cabo esta labor en las diferentes parroquias de la diócesis. José Adriano Cadrecha es uno de los miembros de este equipo diocesano. Junto con su mujer, Susana, recorre la diócesis cada fin de semana para impartir esta catequesis especial, que él mismo define como “una labor donde toda la familia participa en un proceso de iniciación de la fe. Todos juntos: padres y hermanos, aunque puede haber también tíos y abuelos”, explica, recordando a su vez que a este catecumenado asiste “la familia real” del menor, ya que “hay casos de familias monoparentales, familias separadas con otras parejas, y todas esas realidades son acogidas en la Iglesia, porque son los que viven con el niño”, y tal y como dijo en su día el Papa Francisco, en el marco del Sínodo sobre la Familia, “tenemos que acoger, acompañar, sanar e integrar a la familia real”.

En el equipo actual que imparte el Catecumenado de Familias en la diócesis hay ocho matrimonios involucrados, tres de Gijón, cuatro de Oviedo, y además varios jóvenes apoyando la iniciativa, también de Gijón y Oviedo. Ellos se reúnen cada dos meses para coordinar y preparar los temas, generalmente con la presencia del Delegado de Catequesis.

“De momento tenemos una pequeña semilla sembrada en distintos puntos de Asturias –reconoce José Adriano–, que poco a poco va creciendo y se va afianzando. Vamos yendo a aquellas parroquias o Unidades Pastorales donde el párroco quiere probar esta iniciativa, y se la ofrece a los padres, a veces compaginándola con la catequesis tradicional, o en otros lugares, quizá también influenciado por la geografía u otras circunstancias, se ofrece exclusivamente”. Es el caso de la UP de Tineo, donde más de 100 familias con niños preparándose para la Primera Comunión se dan cita el segundo domingo de cada mes en torno a la parroquia, con una muy buena acogida.

“Actualmente en la zona del oriente asturiano está implantado en las UP de Cabrales y de Arriondas; en la zona central está en Gijón (parroquias de la Resurrección, San Esteban del Mar, Santa Olaya y la Sagrada Familia de Contrueces); en Oviedo está funcionando en San Lázaro y en San Melchor, colaborando entre ellas, por otra parte en el Escamplero y en la zona más suroccidental, se imparte en Tineo. También hemos hecho alguna experiencia en Cangas de Narcea”, explica José Adriano.

Todo ello, siguiendo una dinámica “festiva, lúdica y de convivencia”, asegura. “Tiene lugar una vez al mes, con una duración de dos horas y media aproximadamente. En esa convivencia hay tres partes diferenciadas: en la primera, de unos 50 minutos, los adultos realizan su taller, mientras que los niños hacen el suyo. Después, hay un momento de una breve conexión entre niños y adultos para comentar lo que se ha trabajado, y finalmente tenemos una celebración de la Palabra, que dura unos 20 ó 25 minutos. Para terminar, merendamos todos juntos, para coronar así la jornada de convivencia”.

La acogida suele ser positiva, reconocen los catequistas. “Sucede con frecuencia que las familias tienen una realidad laboral muy complicada, donde el padre y la madre  trabajan y no suelen tener tiempo para compartir con sus hijos –explica José Adriano–, por lo que les parece buena idea tener una tarde de sábado o domingo para dedicársela a sus hijos, sin interrupciones ni estrés”, además, recalca el catequista, “es una opción que se hace desde la libertad, normalmente es posible elegirlo, y que muchos padres lo prefieren porque, si bien acompañamos a nuestros hijos en todas las actividades que llevan habitualmente a cabo, como los deportes u otras, ¿cómo no acompañarles en el despertar de la fe?”.

Es, en definitiva, una nueva manera de asistir a catequesis, que no sólo supone un enriquecimiento para las familias, sino también, aseguran, para los propios catequistas, ya que “venimos de una catequesis tradicional donde se hace mucho hincapié en los libros, en la parte doctrinal o en aprendernos de memoria unas oraciones, y esta nueva manera de hacer las cosas es más experiencial y vivencial, por lo que llega a ser mucho más interesante, por no hablar de la oportunidad de compartir con las familias unos procesos por los que todos pasamos y que todos vivimos más o menos de la misma manera, con los mismos problemas y las mismas dinámicas y que nos refuerzan a todos”.

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