Los escolares asturianos, en Covadonga

Publicado el 26/04/2018
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Los escolares asturianos, en Covadonga

Cerca de 2.300 niños de 11 y 12 años, procedentes de toda Asturias, se dieron cita el pasado viernes en el Real Sitio para celebrar un encuentro diocesano de escolares con motivo del Año Jubilar. Un total de 55 centros, públicos y concertados, respondieron a la llamada de la Delegación episcopal de Enseñanza para participar de este encuentro, que tenía como objetivo principal celebrar el Centenario de la Coronación Canónica de la Virgen, además de los cien años de la declaración del primer parque nacional de Picos de Europa y el 1.300 aniversario del Reino de Asturias. “Covadonga es un lugar emblemático desde el punto de vista cultural, natural y religioso, y desde la Delegación de Enseñanza, y la asignatura de Religión en los colegios concertados y públicos, nos parecía que no podíamos dejar pasar la oportunidad de que los niños reflexionaran y celebraran este evento”, afirma Pilar Hernández, Delegada episcopal de Enseñanza de la diócesis.

Para que se tratara de una jornada que “dejara poso”, se envió previamente una una unidad didáctica a los colegios, con el objetivo de trabajar en clase el sentido de los centenarios: “queremos que los niños participen de la maravilla que es este Año Jubilar, y que también conozcan lo que significa la declaración del primer Parque Natural y el 1.300 aniversario del Reino de Asturias”, explica Pilar.

El encuentro estaba pensado para chicos y chicas de 6.º de Primaria y de 1.º de la ESO, y tenía un objetivo claro: “El objetivo es que los chicos descubran todo lo que hemos recibido de nuestra historia y lo que sigue significando hoy Covadonga, porque Covadonga no es una reliquia del pasado, es algo vivo en el corazón y en la experiencia vital de los asturianos”, explica Pilar Hernández.

Además de la unidad didáctica, cada centro elaboró una bandera, en la que se plasmaba su ideario, y que una vez allí, fueron presentadas en público por los animadores del encuentro, el grupo valenciano “Bufanúvols”. También llevaban una tesela de lo que sería un mosaico que entre todos completaron, desvelándose, al terminar, el rostro de Jesús.

Alrededor de las doce del mediodía, se rezó el Ángelus, y el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, se dirigió a los participantes en el encuentro, y les recordó que “Covadonga es una casa que tiene Madre” y, como en todos los hogares, es un lugar donde “sentirse querido, respetado, y a donde siempre se puede volver”. “Detrás de vosotros, chicos y chicas, hay una historia que un Dios bueno escribió desde siempre, pensando en vuestro bien –les dijo a los chicos–. Habéis sido pensados, soñados, por un Dios bueno que os ha invitado a la vida. Yo le pido hoy a la Santina que sea un sueño cumplido. Cada uno tiene su propia historia, esa que coincide con el sueño de Dios para cada cual”. Y despidiéndose, les emplazó a encontrarse con ellos el año que viene: “Ojalá –afirmó– que el año que viene si Dios quiere volvamos a repetir este encuentro, y si me avisáis con tiempo yo os acompaño, no aquí en el Santuario, sino subiendo con vosotros, con una mochila en la espalda”.

A continuación, el Abad de Covadonga, Adolfo Mariño, quiso darles la bienvenida a los participantes, y les invitó a rezar, todos juntos en voz alta, la oración del Año Jubilar.

La experiencia resultó especialmente gratificante para todos, tal y como decía la joven Alicia García, de 13 años, estudiante del colegio La Asunción, de Gijón: “Lo que más me gusta de este encuentro es venir a ver a la Santina, estar con colegios de toda Asturias y conocer a niños nuevos”. De la misma manera opinaba su profesor de Religión, Eduardo Bartolomé Sanz, quien reconocía que le parecía una “buena idea venir a ver a la Santina, que es venir a ver a la Madre, y así participar todos juntos de un encuentro de Iglesia, caminando en unidad”.

Un encuentro, en definitiva “muy gratificante y positivo”, en palabras de la Delegada episcopal de Enseñanza, quien destacó que “no hubo ni un mínimo percance, todo salió a la perfección, los niños fueron obedientes, se divirtieron y fue un día muy festivo. Utilizaron el recinto –dijo– sabiendo que era un lugar sagrado, de forma alegre pero muy respetuosa”. “Ellos valoraron –reconoció Pilar– el poder encontrarse con tal cantidad de niños de su edad que, como ellos, o bien asisten a la clase de Religión en la Escuela Pública, o a colegios concertados. Muchos se acercaron a preguntarnos cuándo volvíamos a organizarlo”.

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