Tras una tarde de juegos tradicionales asturianos en la explanada de la Basílica, en Covadonga, y una cena al aire libre, a las diez de la noche del sábado dio comienzo la Vigilia de oración, que en esta ocasión estuvo presidida por el Vicario General de la diócesis, Jorge Juan Fernández Sangrador.
La celebración comenzó con una procesión nocturna con la Santina desde la Cueva hasta la Basílica, acompañada por todos los participantes portando velas, una imagen que, para muchos jóvenes, resultó «inolvidable».
La velada estuvo repleta de momentos emotivos. Hubo tiempo para la Adoración al Santísimo, para la música, acompañados por el coro de Misa Joven Asturias, y también para poner bajo la intercesión de María las peticiones especiales que formularon sacerdotes, consagrados, laicos, jóvenes y familias.
En su intervención ante los jóvenes, el Vicario General, Jorge Juan Fernández Sangrador, les recordó que «En el Evangelio según san Marcos, el primer anuncio de la resurrección no fue obra de María Magdalena y sus compañeras, ni de Pedro y los demás apóstoles, sino de un joven. El evangelista no dice siquiera que fuera un ángel; sólo que era un joven. ¡Y ese joven eres, hoy tú! ¡Tú que esta noche estás aquí! Es a ti a quien Dios confía el singular honor de comunicar que Aquel, a quien la humanidad doliente busca, ha resucitado, y que su presencia en medio de nosotros no es una falsa ilusión, ni una idea atávica que ha perdurado, desde tiempos ancestrales, hasta el presente, ni una ingenua ocurrencia para tratar de explicar aquello que para la mente humana –escrutadora, científica, crítica– resulta incomprensible».
