500 Cursillos de Cristiandad en Asturias

Publicado el 09/11/2017
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CursillosEl día 9 de noviembre comenzó, en Covadonga,  el Cursillo de Cristiandad número 500 de la diócesis. Compuesto por 21 personas, participarán hasta el domingo de una experiencia que muchos califican de “única”y que ha supuesto un antes y un después en sus vidas.
Nada menos que 12.674 personas en Asturias han pasado ya por la experiencia de vivir un Cursillo de Cristiandad, desde que se celebrara el primero, en julio de 1958.
Para celebrar esta cifra, esta tarde, a las siete, tendrá lugar una presentación del movimiento en el Club de Prensa de La Nueva España, y el domingo, fecha en que finalizará el Cursillo 500, se celebrará un acto conmemorativo en el salón de actos de la Basílica de San Juan El Real, que comenzará a las cuatro y media de la tarde, y que consistirá en varias actuaciones musicales y la proyección de un vídeo que recoge la historia en la diócesis de los Cursillos.  La celebración finalizará a las ocho y media de la tarde, con una eucaristía en la Basílica, presidida por el Arzobispo, Mons. Jesús Sanz.

Pero ¿qué son los Cursillos de Cristiandad? Son un encuentro de unos tres días, compuesto por un promedio de unas doce o catorce personas –de las que dos son sacerdotes–, en las que se ofrece una serie de contenidos, similares a los que pueden ofrecerse en una catequesis, o una homilía, pero en clave “kerigmática” o de “primer anuncio”. Esa característica, junto con el gran número de personas que oran y se mortifican por los frutos del Cursillo, provoca que, durante esos días, numerosas personas experimenten un encuentro con Cristo que antes desconocían.
Su actual presidente diocesano, José María García, explica que “si nos remontamos al origen de este movimiento, nos iríamos a los años anteriores a la Guerra Civil, cuando ya la Acción Católica se había planteado dar un nuevo impulso a todo el tema de la evangelización”. “Hay un corte –afirma– durante el período de la guerra, y después se vuelve a retomar, a raíz de una peregrinación de jóvenes a Santiago de Compostela, donde se estima que llegaron a reunirse hasta 70.000 personas. Esa peregrinación fue el germen de los Cursillos, que culmina oficialmente con el primero, en 1949, en el monasterio de San Honorato, en Palma de Mallorca”.
Cursillos 1Hoy, 68 años más tarde, los Cursillos de Cristiandad tienen presencia en todos los continentes, y, una anécdota, que describe su Consiliario diocesano, Gonzalo José Suárez, arcipreste de El Caudal, es que “el lema de los Cursillos es De colores, que procede de una canción de la época, y que expresa el querer estar en gracia, no estar en blanco y negro. Esa expresión, De colores, se dice en castellano en todos los países del mundo donde hay Cursillos, con la intención de enlazar con su origen”.
Si hubiera que describir qué tienen de especial los Cursillos, su consiliario diocesano lo tiene claro: “La gracia”. “La gracia se pide –afirma–. Cuando se celebra un Cursillo, hay un montón de conventos en vela y muchos cursillistas de diversos lugares haciendo sacrificios, orando, ayunando. Gracias a eso, mucha gente ha descubierto a Cristo y a la Iglesia. Gente muy alejada, e incluso también gente de Iglesia que vivía de la inercia, de la tradición, pero no de la experiencia. La base del Cursillo es la experiencia, el poder experimentar a Cristo en la Iglesia. Y el amor a la Iglesia es, precisamente, la bandera, la característica principal de los Cursillos de Cristiandad”.
Se ha llegado a hablar de que este movimiento cumple la “teoría de las tres C”: conversión, crecimiento y compromiso. “Conversión no solo del que está alejado –explica el presidente diocesano, José María García–, sino también del que está dentro y percibe aspectos de su fe en los que nunca había caído. Por ejemplo, en mi caso fue la dimensión comunitaria de la fe, que para mí fue un descubrimiento. Por otro lado, está el crecimiento, porque una vez que tienes esta experiencia de Dios, tienes que ir creciendo a través de la escucha de su Palabra, y reconocer lo que te está pidiendo. Y es cierto que Dios te habla, tan solo hay que darle tiempo. Finalmente, está el compromiso: el que se encuentra con Dios y vive esa experiencia tan fuerte, se queda grabado a fuego y no se te olvida nunca. El saberte querido y amado por Dios es muy satisfactorio, pero muy duro también, porque te exige”.
“Si   será   real   el   compromiso –afirma Gonzalo, Consiliario diocesano– que yo cuando  voy a una parroquia, y me identifican, la gente que está encendiendo las velas, o en la catequesis, o en el grupode Liturgia, o en Cáritas, se acerca para decirme Yo hice el Cursillo hace treinta años, por ejemplo. Y es que la gente que hoy trabaja en la Iglesia, muchos de ellos han hecho el Cursillo, porque la razón de ser de este movimiento no es hacer cursillistas, sino cristianos comprometidos”.  
Cursillos 2Desde el movimiento Cursillos de Cristiandad recuerdan una frase que ha pasado a la memoria colectiva de sus integrantes: “el movimiento crece desangrándose”. Y es que, como ellos mismos afirman, “lo único que prentendemos es que, al finalizar el Cursillo, cada uno vuelva a la realidad de donde ha salido”. 
Sin embargo, sí que hay un espacio para todos aquellos que intuyan que su lugar en la Iglesia está cerca de los Cursillos. En Asturias, Oviedo, Gijón y Avilés se celebra semanalmente una reunión o “Ultreia”, y en Ciaño y Mieres una vez al mes: “Son reuniones a través de las cuales, gente que ha hecho el Cursillo explica qué ha supuesto en su vida y cómo la ha cambiado”, explica José María, presidente diocesano. Además, hay también una escuela para responsables, donde se imparten conocimientos a nivel de formación, oración y acción, que son los tres pilares sobre las que se basan los cursillos.    
Aunque en sus comienzos, el número de Cursillos que se celebraban anualmente era mayor, hoy día la cifra sigue siendo importante, oscilando alrededor de los seis cada año, y generalmente se celebran entre Covadonga y Latores. La ya desaparecida Casa de Ejercicios de El Bibio fue escenario de numerosos Cursillos también, al igual que Perlora, Celorio o Meres. 
Una experiencia singular, que, destacan desde el movimiento, “no se puede explicar, hay que vivirlo, y  así, experimentar”.

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