Catequesis, también para adultos

Publicado el 09/12/2017
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Catequesis, también para adultos

Sacramentos 2Manuel (nombre ficticio), de algo más de 50 años, acudió a la comunión de su nieto. Allí, durante la ceremonia religiosa, se preguntó qué era lo que le había llevado a “dejar la fe”, y se planteó la posibilidad de conocer mejor a Jesucristo. Poco después comenzó un proceso catecumenal para adultos, acompañado por una catequista y un sacerdote.
Laura (también nombre ficticio), joven universitaria, se crió en una familia sin referencias religiosas, por lo que, el día en que un amigo la invitó a participar en una celebración religiosa, todo un mundo se abrió ante ella y quiso conocer y profundizar en la fe. Hizo un proceso de catecumenado de dos años, hasta que se bautizó, hizo la Primera Comunión y se confirmó en una sola ceremonia. Su padrino era su novio. Hoy están casados.

En un hospital, un joven enfermo observa cómo el capellán le administra la Sagrada Comunión al señor que está en la cama de al lado. Él le pregunta al sacerdote: “¿Qué haces?” A partir de ahí comenzó un proceso de catequesis en el mismo hospital, que continuó después en una parroquia, con un catequista que le estuvo acompañando durante todo el proceso. Poco antes de regresar al hospital, pidió el bautismo y recibió juntos todos los sacramentos de iniciación. A los pocos meses, falleció.
Son algunos ejemplos reales de adultos en Asturias que, por diferentes circunstancias, no habían tenido la posibilidad o no se habían dado las circunstancias propicias, de conocer a Jesús y saber qué significa ser cristiano.
Sin embargo, una circunstancia en su vida hizo que se despertara en ellos una curiosidad que culminó pidiendo la aceptación en la Iglesia católica, tras un período de conocimiento y acercamiento a la fe. Se trata del catecumenado de adultos, una realidad cada vez más frecuente en nuestro país, con una larga tradición en otros países de cultura cristiana pero fuertemente secularizados, como Francia o Bélgica, donde este impulso ha supuesto un cambio radical de la vida de sus iglesias particulares.
Sacramentos 3En nuestra diócesis, si bien el catecumenado de adultos existe desde siempre, en estos momentos se encuentra en marcha un decreto de instauración del “Catecumenado de adultos para mayores de 18 años”, que firmará el Arzobispo de Oviedo y que entrará en vigor previsiblemente en enero de 2018. El decreto tiene como objetivo que la Iglesia en Asturias cuente con un proceso de catequesis para adultos unificado y coherente para todos. La formación de los catecúmenos tendrá lugar a nivel arciprestal, con un sacerdote encargado por cada arciprestazgo y estará abierto “a todas aquellas personas que no están bautizadas o los que no terminaron sus procesos y no hicieron la primera comunión o la confirmación”, explica Juan José Llamedo, Delegado episcopal de Catequesis. “También –añade– el catecumenado de adultos está destinado a aquellas personas que están alejadas de la fe y quieren reengancharse a la vida de la Iglesia”. En estos procesos, los sacramentos no son un fin, al igual que en la catequesis de niños y jóvenes, sino que “el contenido del catecumenado es un recorrido íntegro en el proceso de fe, donde se repasa desde lo más elemental, hasta los grandes temas, pero sobre todo,  se va despertando un encuentro con Jesucristo y cada persona hace un proceso creyente lo más completo posible, siempre dentro de su realidad personal”, explica Llamedo. Este proceso consta de cuatro grandes momentos: comienza cuando la persona expresa su interés por volver a la vida de la Iglesia o conocer a Jesucristo; en segundo lugar, está el período de formación; a continuación vendría la preparación inmediata para los sacramentos de iniciación –bautismo, confirmación y eucaristía–, hasta la conocida como “mistagogia”, o momento de incorporación a la vida de la Iglesia en las distintas comunidades cristianas. Al finalizar el proceso, todos los catecúmenos adultos de la diócesis recibirían los sacramentos en la Catedral, de manos del Arzobispo.
En Asturias existe un precedente interesante de un acto de este tipo: se trató de la gran ceremonia que tuvo lugar en la Catedral, en el Año de la Fe (2013) en la cual, 134 adultos recibieron la confirmación –en algunos casos el bautismo y la primera comunión también–. Durante un año  se estuvieron preparando desde diferentes puntos de la diócesis, para culminar en esta celebración que desveló que había una necesidad real de un catecumenado de adultos planteado en clave diocesana, “porque  ya no podemos dar por hecho que la gente está evangelizada”, reconoce Juan José Llamedo. Una celebración que tuvo mucho de simbólico, también, por encontrarse en el marco de ese Año de la Fe. Al convocarlo, Benedicto XVI afirmó que deseaba “dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia, para conducir a los hombres lejos del desierto en el cual muy a menudo se encuentran en sus vidas, a la amistad con Cristo que nos da su vida plenamente”.

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