«La resurrección es la esperanza de la fe»

Publicado el 02/11/2017
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CementerioEl valor artístico y paisajístico del cementerio de Luarca lo convierte en uno de los más visitados
Entrevista al sacerdote Jesús Emilio Menéndez Menéndez, párroco de Luarca

¿Qué hace tan especial al cementerio de Luarca? 
Es un espacio privilegiado, que este año ha quedado tercero en el concurso de cementerios de España, enclavado en un acantilado a la orilla del mar que data de 1849. Se instaló en ese lugar, un antiguo fortín de vigilancia marítima, a raíz de la orden real de Carlos III que decretaba sacar los cementerios de los centros de las ciudades y pueblos. Es cementerio parroquial y el lugar quizás más visitado por los turistas, un referente con un paisaje y unas vistas que hacen que sea un sitio extraordinario. Además en el entorno también está el faro y la capilla del Nazareno, un lugar emblemático y con una gran devoción. Para los marineros ese es el auténtico faro. Si imaginamos el cementerio como un gran barco cuya proa está en el mar, apunta al Nazareno y justo ahí en la falda de la capilla, junto a él, están enterrados la mayoría de los marineros. Por otro lado se puede visitar la tumba de personas muy interesantes. 

¿Podría hablarnos de alguna de ellas?
Por supuesto el premio Nobel Severo Ochoa, todos los turistas preguntan por él. También está enterrado un industrial alemán que estaba enamorado de Luarca y pasaba en ella sus vacaciones. Murió a raíz de un accidente de pesca y su mujer, visto el sentimiento que tenía por la villa, construyó una capilla y decidió que su marido debía descansar allí. Fueron grandes benefactores del hospital asilo de Luarca a través de su fábrica de material quirúrgico e incluso la mujer les cedió la capilla y llegado el momento quiso enterrarse en el mismo lugar que su marido. En el cementerio están además los benefactores indianos que construyeron el hospital.
Se puede visitar también la tumba del director artístico Gil Parrondo. Había ganado dos Óscar por su trabajo, pero afirmó que ni él podría haber nunca imaginado un fondo tan magnífico y quiso ser enterrado allí, en el mejor escenario que pensó para sí mismo. 
Estos son días en que los cementerios han sido particularmente visitados, ¿qué importancia tiene para los creyentes acudir a ellos? 
Siempre representarán la fe en ese tránsito hasta que un día nos encontremos todos con el Señor: dormirse en Él en la espera de la resurrección. Dejamos a nuestros hermanos en el cementerio fundamentados en esos tres días que Jesucristo permaneció en el sepulcro. Son días de espera y esperanza. Al mismo tiempo como humanos necesitamos ver y tocar y, aunque sabemos que nuestros seres queridos ya no están allí que están en manos del Señor, permanece lo que nos unió en esta vida y así tenemos el gesto de poner unas flores, una oración. Son lugares en los que la fe de la resurrección se respira por eso vale la pena cuidarlos y mimarlos. Y si hablamos del cementerio de Luarca muchos de quienes los visitan dicen “a mí me gustaría descansar aquí”. 
¿Cómo logra provocar ese sentimiento?
Tiene ese encanto que hace más fácil de entender que la resurrección es un lugar tan abierto a horizontes que ni sospechamos, como los del mar que se ven desde el cementerio, tan llenos de luz y de belleza. Son símbolos que nos ayudan en ese sentido, después de todo nosotros vivimos en la hermosura de la esperanza de la vida eterna. 
¿Qué podemos hacer para no perder esa esperanza en los momentos de  duelo? 
Tenemos que enfrentarnos con dolor porque no nos lo quita nadie, pero tiene que ser asumido con la esperanza de que nuestra vida está en manos de Dios y eso es un consuelo. Por eso los sacerdotes cuidamos mucho la celebración de la eucaristía en el momento de las exequias, donde no hay palabras porque solamente el Señor tiene palabras de vida eterna.La eucaristía nos da la fuerza para vivir creyendo que Él está de nuestro lado y que el amor de Dios es más fuerte que la muerte. Las lágrimas de fe son lágrimas de esperanza

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