El curso que ha comenzado esta semana no será un curso más, aunque, de hecho, todos los cursos son diferentes y cada uno de ellos tiene, al final, sus singularidades.
Pero este curso 2017/18 ya viene marcado por algunos acontecimientos y hechos que se comenzaron a cimentar en el curso pasado que permiten afirmar ya desde el inicio que será bastante diferente a los anteriores.
La renovación de conciertos a finales del curso pasado y la pérdida de unidades, motivada por la baja natalidad que afecta de manera dramática y especial a determinadas zonas de Asturias, obligará a un esfuerzo adicional, no solo a los centros afectados, sino a todos, en general, a reinventarse, a renovarse más aún, si cabe, con el fin de presentar a la sociedad asturiana una propuesta educativa acorde con el tiempo que vivimos y sin olvidar nunca cuáles son las raíces, la inspiración y la razón de ser de la escuela católica.
A finales de julio, Escuelas Católicas de Asturias, junto con las organizaciones sociales presentes en el ámbito de la escuela concertada de Asturias, firmó un pequeño acuerdo, mínimo, con la administración educativa, que servirá para paliar un poco las carencias de los centros más pequeños y necesitados de recursos. Fue un primer paso, pues el objetivo del presente curso es conseguir una dotación de plantillas que permita a los centros realizar su trabajo con la dignidad y la justicia que se merecen, porque, si la escuela de iniciativa social en Asturias sigue siendo la elegida por una parte importante de las familias asturianas, es gracias al esfuerzo y sacrificio de los titulares, los profesionales y los padres de estos centros, que van tapando, año tras año, los boquetes y los agujeros que generan una financiación cada vez más cicatera. La administración educativa asturiana lo sabe y nos consta que hay muy buena predisposición por su parte para poder arreglar esta situación y que el curso que ahora comienza pase a la historia como aquel en el que las plantillas y la orientación educativa de los centros concertados obtuvieron el reconocimiento que su trabajo se merece.
La celebración del XIV Congreso Nacional de Escuelas Católicas reunirá en el Palacio Calatrava de Oviedo, del 16 al 18 de noviembre, a más de dos mil personas ligadas al mundo de la educación, procedentes de todos los puntos de España, y a personalidades de reconocido prestigio fuera de nuestras fronteras. Indudablemente, este acontecimiento servirá para mostrar todavía más la aportación de la escuela católica, no solo a la educación, sino, a la formación y cultura, en general, de tantas y tantas generaciones de españoles que han pasado por sus aulas.
No, este no será un curso más, con seguridad.
